"Carta a un niño"
Espero que algún adulto que sepa los tiempos difíciles que atraviesan los niños lea esta carta al primer niño que encuentre.
Querido pequeño o pequeña: quiero que sepas que a los grandes les gusta decir que los monstruos no existen, que no hay por qué tener miedo y que las cosas que asustan a los niños son tontas, “niñerías”. Dicen esas cosas pensando que con decirlas el miedo desaparecerá y seremos capaces de hacer todo muy bien. Tampoco les gustan las lágrimas, cuando un niño se pone triste por algo que ellos creen que no vale la pena, preguntan: “¿Vas a llorar?”. Y los niños tienen que aguantarse las lágrimas o llorar a riesgo de burla. Muchas veces tendrás ganas de quedarte callado o pensarás que estás confundido y las cosas no son como crees. Eso pasa porque los adultos te pedirán que mientas o no digas tal o cual cosa a alguien, pero, apenas tú hagas eso por voluntad propia, te castigarán o te regañarán, incluso delante de extraños. Te pido disculpas por todo eso, a los adultos nos pasan los años y nos olvidamos de las cosas complicadas, de que una simple palabra puede hacer mucho daño.
Ahora que regresas a la escuela, te pido que estés muy atento, pero no de la maestra o de las matemáticas, como seguramente te pedirán, sino de ti, de lo que te pasa, de lo que sientes, de si alguien quiere herirte o tratarte mal. No intentes hacer a un lado el miedo, los monstruos o el llanto. ¿Sabes por qué?, porque los adultos también tenemos nuestros monstruos, nuestros miedos y también lloramos. A veces somos tan cobardes que lloramos donde nadie nos vea.
Me gustaría que encontraras a quien contarle tus cosas, confiar a esa persona lo que te parezca extraño o te haga sentir mal. El mundo es muy grande, la vida a veces sabe a helado y a veces a sopa fría, pero lo maravilloso es que siempre es diferente, no estés triste más de un día, ni lleves mucho tiempo contigo secretos que te hagan daño. No está bien que los otros te lastimen, ni que tú te lastimes culpándote por cosas de las que no eres responsable. La tristeza a veces se mete a la mochila, a las palabras duras de mamá o papá; esos tontos que a veces pasan meses dando instrucciones pero se olvidan de decir lo importante: que nos quieren y que somos maravillosos. Tú eres importante, te escribo porque quiero que lo sepas y ahora que regresas a clase no te sientas solo.
P.D.: Espero que algún adulto que sepa los tiempos difíciles que atraviesan los niños lea esta carta al primer niño que encuentre.