"El corazón del mundo"
Llego a casa, tomamos lo que podemos y lo llevamos a los centros de acopio.
Cuidad de México, 19 de septiembre de 2017, 13:14 hrs. La butaca desde donde miro el ensayo se mueve, la alerta sísmica suena, salimos corriendo. Algunos vidrios caen de las ventanas, se derrumban balcones, un museo completo se desploma, compañeros actores me abrazan para cuidar que no caiga en crisis. El temblor pasa y emprendemos el camino a casa. Un hospital es evacuado, personas con heridas abiertas, recién operadas, algunas inconscientes y con máscaras de oxígeno, son sacadas con todo y camilla. La gente hace turno con las enfermeras para sostener en alto los sueros. Enfermeras con bebés en brazos, sus gorritos rosas y azules brillan de inocencia ante la tragedia, duermen acunados en regazos que no son de sus madres pero que están dispuestos a protegerlos como si lo fueran. Mi hermano Oswaldo Ferrer ayuda a cargar a los enfermos. Después recibe la llamada de horror, en Zacatepec, donde vive su familia, los daños son terribles y la ayuda es poca.
Llego a casa, tomamos lo que podemos y lo llevamos a los centros de acopio.
Es impresionante la presencia de la sociedad civil; ayudando, donando, pidiendo palas, picos, lámparas, cubetas que ayuden a salvar vidas. Dono también producción de mis obras. Jóvenes en bicicletas y motocicletas transportan víveres y material de rescate, su vigor y energía deja una estela de esperanza en estas calles con paredes cuarteadas, con ventanales rotos. Teatros independientes se convierten en centros de acopio. Los ciudadanos hacen la diferencia, los ciudadanos están salvando vidas y removiendo el escombro para poner de pie a la ciudad y salvar gente. Yo no vi ningún político, ninguna “autoridad”, yo sólo vi ciudadanos y por eso insisto en que ellos son los que están poniendo en pie a la ciudad. Podría decir que estoy sana y salva pero mentiría, el derrumbe es también interior, la casa donde vivo está intacta, pero es difícil dormir pensando en los otros, esperando la réplica y pensando en los niños atrapados. Quizá ayudando es como uno puede reconstruirse, algo se cura al ver miles de manos que se elevan ante la tragedia, manos que no temen romperse para mover el escombro y salvar vidas.
Ahora nos piden esperar, la ayuda para los que se quedaron sin casa y comida vendrá después, estemos atentos. Esperamos que el corazón del mundo se una para reconstruir este país que en muchos sentidos se cae a pedazos.