De mujeres amorosas
El poder de la pluma
Leí por ahí que a la tristeza hay que trenzarla, por eso cuando una mujer está triste debe trenzar su cabello y la tristeza se irá. Es evidente que las mujeres tenemos una relación muy especial con nuestro cabello, por eso, cuando leí que Alma Rosa iba a donar su hermosa cabellera, entendí que algo de aquello que la nombra, de su alma, se había movido profundamente. Le pregunté por qué lo hizo y me respondió:
“Creo que uno debiera donar su tiempo para acompañar a un viejo solo, a un niño en abandono, contarles un cuentos. Donar sangre porque se recupera, sus órganos para cuando ese cuerpo ya no los requiera. Lo del cabello lo había pensado alguna vez pero la gente siempre opina y dice cosas: ‘Ay no, yo compré unas extensiones de cabello natural carísimas, quién te dice que no las elaboran de esas famosas donaciones’. Esta vez mi hija fue la que me animó, vio el evento en Facebook, con la seriedad de la intervención de la UNAM. El letrero decía: ‘Lánzate al Trenzatón para ayudar a niños con cáncer’. Mi hija me animó, el viernes agarramos camino, son más de dos horas de trayecto. Cuando llegamos había fila, jóvenes tocando tamboras, gritando goyas, niñas con apenas 5 años formadas para donar su cabello porque alguna tiene un primo con cáncer y sueña que su cabello irá a dar directamente a la cabeza de él. Fila para que te midieran la trenza, fila para el corte de cabello, fila para la constancia, un sol a plomo pero la alegría de la gente nos contagió, la propia directora de la escuela ‘Patito cortapelo’ regañaba a sus alumnos y les decía: entiendan, estas gentes vienen a dar, por lo menos que se vayan satisfechas. En cuanto al corte no fue mi caso pero eso era lo de menos, mi nieta de cuatro años estuvo ahí con nosotras, se sentaba en el piso, se levantaba, pero nunca se quejó porque le hicimos entender que estábamos ahí para ayudar, le mostrábamos fotografías de los niños con el mal, sin cabello y se calmaba. Regresamos a casa muchas horas después pero muy contentas, con una especie de alegría especial, esa que te proporciona el dar. Extraño mi cabello, sí, porque fueron años de vivir con él, pero alguien me hizo el mejor de los comentarios: ese cabello seguirá dando amor y sonrisas. De verdad lo espero”.
No extraño la cabellera rizada de Alma, extrañaría que un día de su vida no tuviera un gesto generoso con los otros. Su cabello crecerá de nuevo como la admiración que siento por ella.