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Con el debido respeto, en el México de hoy no hay mucho motivo para festejar. Vivimos en un México donde cada vez es más visible el malinchismo y la gente prefiere todo lo que huela a extranjero, donde todo quieren importar, como si no hubiera aquí ingenieros, arquitectos, químicos, artistas y gente profesional que pueda desempeñar cualquier misión. Vivimos en un México donde cada vez es más frecuente ver a quién fastidiar, de quién hablar mal o a quién pisar para subir escalones.

Vimos un Zócalo atiborrado de gente sacando desde el fondo de su ser el grito eufórico y patriótico de ¡viva México!; vimos a mucha gente en todo el país celebrando con singular alegría el orgullo de ser mexicano, pero sinceramente habría que hacer un análisis muy profundo para saber cuántos motivos tenemos en la actualidad para celebrar en nuestro territorio nacional.

Hoy vivimos tiempos donde la transculturización nos invade adera, por la gran apertura de medios y facilidad para que nuestros niños y jóvenes sigan falsos modelos que solo inculcan lo más alejado de la cultura y contenido propositivo y positivo, hoy parece una vorágine que nos está invadiendo.

¿Dónde quedaron aquellos días en que el lenguaje era sumamente cuidado en los medios, donde no eran permitidos comentarios misóginos, malinchistas o que inciten a la violencia? Hoy es todo lo contrario, porque esos son los comentarios que pareces necesitar para hacerte famoso y creo que sería bueno dar un carpetazo o, como dicen los que saben, carpe diem, según Horacio, y checar lo que está pasando en nuestro entorno. Creo que estamos en un tiempo idóneo para hacer que las cosas cambien, pero para que eso suceda tenemos que empezar por casa, dejar la cultura de pisar para avanzar, tenemos que cambiar esa mentalidad y empezar a llenar los hogares de buenos pensamientos, palabras y obras; que los hogares estén llenos de cultura, inculcarles a las nuevas generaciones el amor por la identidad de ser mexicanos y yucatecos.

Es tiempo de que tomemos impulso y trabajemos por recuperar nuestra identidad, enseñar a todo el mundo el orgullo de ser yucatecos, mostrarles lo hermosos que son nuestra cultura, nuestros sitios arqueológicos, lo maravillosa y mística que es nuestra gastronomía, el bagaje musical que tenemos y por lo cual ganamos ser el estado que sea la sede nacional del museo de la música, por el catálogo tan extenso de nuestras canciones; la riqueza de nuestras tradiciones milenarias, como el hanal pixán, el colorido de los urdidos que hacen las manos de los hombres y mujeres de Yucatán en cada punto de cruz o en cada hamaca, la belleza de las piedras talladas de Dzityá, el teatro regional que es reflejo de nuestra sociedad y que durante más de un siglo ha mostrado cómo piensa un yucateco en un escenario.

Mostremos la amabilidad del yucateco, mostremos con júbilo el orgullo de ser yucatecos, de nuestras raíces; mostremos el orgullo de nuestra cultura, y para apoyarlo, hagamos un concierto con Ricky Martin... ¡Qué gran forma de mostrar el orgullo de ser yucateco!, masinó.

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