Martiniano Alcocer
El poder de la pluma
Con el permiso de los lectores de Dzereco, le quito la pluma, por llamarlo de manera romántica, porque hoy es lo que menos se utiliza, para escribir las líneas de este hebdomadario; con el permiso de Dzereco y a nombre de él, iniciamos esta historia que lleva 49 años. Podría ser un periplo por la infinidad de lugares a los que nos ha trasladado a través de sus inigualables escritos, sin duda una pluma prolífica que muchas miradas han podido disfrutar en un momento de grata lectura. Estas páginas se comienzan a escribir 49 años atrás en un diario de Yucatán por invitación de otro gran periodista don Manuel Triay.
No sé cuáles fueron las circunstancias, pero hoy doy gracias por ellas, porque por las mismas pudo llegar ese hombre al mundo mágico del periodismo, un grande y noble oficio que tiene muchas vertientes, desde sus géneros, como la nota informativa, en donde los que saben están conscientes de que su base es la pirámide invertida; la entrevista, que se convierte en un ring de ideas en las cuales hay una batalla de inteligencias para que el periodista logre el objetivo de sacar la información deseada al que esté entrevistando, o la crónica, donde, con estricto rigor, se debe aplicar el factor del Dios Cronos. El reportaje, cuyo cimiento sin duda radica en la investigación, y los géneros de opinión como la columna que hoy me permite escribir lo que sus ojos leen.
Sin duda este mundo es como el escenario, el que lo prueba no lo puede dejar, y muestra de ello son los 49 años de un viaje a través de miles de ocasiones en donde una taza de café era acompañada por el tic tac del reloj o el sonido similar de las teclas de una máquina de escribir con cada martillar al redactar un escrito. Son muchas páginas escritas de su pluma, son muchas hojas corregidas buscando la pulcritud del escrito y la palabra, porque el periodismo se debe ver con profesionalismo, desde el periodismo de a pie, porque aquellos reporteros que salen todos los días en busca de la nota tienen que estar firmes para obtener la información requerida, sin importar sol, lluvia, calor o cualquier tipo de fenómeno meteorológico o circunstancia que muchas veces pone en riesgo su integridad física; las largas jornadas en horas marcadas por el reloj y que el común de la gente utiliza para dormir, otros para trabajar para que a primera hora el lector se pueda informar.
Pueden existir muchos escritos, pero pocos con estilo propio, ese estilo único hizo que me adentrara más a la lectura de esta gran pluma, y recuerdo perfectamente el título “De un huiro a otro huiro”, un texto en el cual se dirigía a mi tío Héctor Herrera “Cholo”; ese texto tenía vida propia, era inefable, porque te transportaba a la plática ficticia que desarrollaban los personajes. Son muchos los espacios donde he podido admirar su trabajo, hoy al tiempo y la distancia soy un afortunado por poder aprender de él al compartir ideas a través de El poder de la pluma, pero sobre todo soy un afortunado por contar con la amistad de un gran ser humano que tengo la dicha de llamar amigo.
Me dice Dzereco que me deje de galimatías, no sólo por 49 años de trabajo, sino por su gran don de gente le digo don Martiniano Alcocer que mi admiración y cariño son perennes y que este universo nos permita disfrutar de sus escritos en puntos suspensivos.