por:
|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Todos siguen en el tobogán de los festejos decembrinos, fue un auténtico tsunami de eventos masivos, fiestas, reuniones y demás pretextos para encontrarse, sonreír y pasar el tiempo, es una realidad que hoy la humanidad entera vive un momento muy difícil, en el cual el encierro aunado a todos los problemas que ha traído de manera colateral la pandemia, sobre todo el tema emocional, porque mucha gente evitó ver a sus seres queridos y, en el peor de los casos, se contagiaron y fallecieron sin que los vieran, quedándose sin poder despedirse.

Como se sabe, el protocolo cuando hay un fallecimiento por Covid es muy rígido y solo te entregan las cenizas, haciendo un proceso muy doloroso para todos aquellos que perdieron un ser querido, eso se fue acumulando y ha hecho que la humanidad tenga una amplia necesidad de salir a la calle y buscar el encuentro interpersonal, pero hasta dónde llega la necesidad y se brinca a la irresponsabilidad, ya que las plazas y los comercios estaban a reventar de gente en las épocas decembrinas, y ni qué decir de las ferias y bailes populares en los pueblos, donde se veían fotografías de eventos con 5 mil personas o más en un lugar, dejando a la sana distancia brillar por su ausencia.

Es una realidad que esas actividades son importantes, porque el ramo del entretenimiento es de los que fue más afectado, debido a que fue de los primeros a los que les bajaron el switch y el último en la cola, y estos eventos sirven para mejorar un poco la situación económica de este sector. Pienso que sería un error frenar estas actividades artísticas, como el caso reciente de la feria de Tizimín, donde se observaba mares de gente en la vaquería, en la corrida y demás recreaciones, pero ante el incremento en los casos, sobre todo de la variante Ómicron, ha dado muchas imágenes de largas filas esperando en lugares públicos y privados para realizarse pruebas de Covid, y ante este incremento, la feria de Tizimín adelanta su clausura al día 10 de enero. Uno se pregunta ¿qué pasa con todos los insumos adquiridos para un mes por los expositores?, ¿qué pasa con toda la inversión que se hace para estar en ese escaparate?, lo que era una opción de obtener una ganancia, hoy podría ser una preocupación por la pérdida de dinero.

En un caso contrario, el alcalde de Valladolid anunció que este año no habrá feria, pero ante todo esto, uno se hace la pregunta obligada ¿quién tiene la culpa o quién es el responsable?, creo sin temor a equivocarme, que es una culpa compartida. Por una parte los organizadores de dichos eventos que no han puesto rigor en las medidas establecidas para seguir los protocolos de salud, ya que en muchos casos se rebasa la capacidad permitida por los lineamientos que dio el Gobierno, pero por otra parte, también la sociedad tiene su responsabilidad, empezando desde casa, porque no deberíamos de permitir a los hijos tanta libertad en las salidas a bares, antros o fiestas, donde las reuniones de los chavos son con demasiada gente y poco cuidado ante el furor de la bebidas de Baco. Creo que a nadie le conviene que nos encierren otra vez, sería un duro golpe a la economía, así que mejor le bajamos un poco, masinó.

Lo más leído

skeleton





skeleton