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La situación política en el país está difícil, entre los encontronazos que se dan en las diferentes tribunas de diputados y del Senado, es difícil poder llegar a puntos de mediación que permitan un verdadero progreso. Mientras sigan rigiendo sus actos con base en los intereses cupulares de sus partidos, sin temor a equivocarme, los majados serán siempre los ciudadanos de a pie, que día a día, ya no saben qué inventar para poder subsistir económicamente en un país desgastado, y no de ahora, sin duda, mucho de esto se debe a la manera como dirigen los destinos de los partidos. Basta con ver lo que pasa en el terruño donde la disputa es muy severa, el PRI no es la excepción, un partido con la piel muy lastimada por todos los embates y por estar pagando las batallas que lucharon de manera equivocada en las elecciones anteriores.

Un costo alto para el nombre de la institución que ha sido manchado una y otra vez por hombres que solo han usado esa piel para poder cometer ilícitos y llenarse las manos de riqueza económica, creando una etiqueta de sinónimo de corrupción, algo que es injusto, porque gente buena y mala hay en todos los partidos, y lo más penoso es por todas aquellas personas que luchan de manera honrada por mantener a flote el espíritu quebrantado del partido, por todos esos soldados que han salido al campo de batalla a poner el pecho y recibir muchas veces las balas del desprecio, pero valientes permanecen defendiendo la causa, mientras sus dirigentes salen huyendo o venden la dignidad por unos pesos.

La dirigencia estatal de esa entidad política está sumida en un abismo, en el cual no se ve luz ni el final del camino, quienes hoy dirigen el partido no dan muestra de querer recuperar el nombre de la institución y, por el contrario, lo hunden más. Hoy en la cúpula que dirige al PRI se puede observar mucha gente cuya hipocresía, falsedad y cinismo son sus mejores cartas de presentación. Ese grupo que lo tiene secuestrado está inerte viendo cómo se muere y en lugar de resucitarlo, lo acuchillan más clavándoles la espada de la injusticia, de las malas acciones, de seguir favoreciendo el compadrazgo por encima del liderazgo que dé resultados.

Hoy el PRI está sumido en un fango de amigos y muchas falsedades, tal parecen inútiles todo lo que hacen aquellos soldados que aún permanecen y creen firmemente por lealtad, esa palabra que muchos no entienden, empezando por quien lo dirige. El partido necesita más que oxígeno, requiere de un liderazgo verdadero que responda con acciones, con compromisos y no con cuotas para chocar los tarros. Hoy urge alguien que crea en su gente y los impulse para reencontrar su brillo que ahora luce gris.

Hace falta una dirigencia que se comprometa y no que se venda a favor de sus intereses personales, un liderazgo que dé resultados y respáldese a quien los alcance, y a los que no, los sustituya por gente capaz, pero ¿cómo lograr esto?, si en las elecciones pasadas el PRI tuvo sus peores resultados y ahí siguen los dirigentes a nivel Nacional y Estatal, si siguen así, muy pronto veremos el epitafio del PRI. ¿Verdad Alito? ¿Verdad Panchito?

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