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El hebdomadario de hoy lo vale, ante la avalancha de música urbana y las letras con palabras altisonantes que nos invaden en todos los puentes de comunicación, falta hacer una pausa y ver qué está pasando, dónde quedaron esos tiempos donde las canciones eran realizadas para cortejar a la mujer.

En un abrir y cerrar de ojos, caigo en cuenta que me encuentro entre la belleza del estilo francés del centro histórico de la Ciudad de México, a mi caminar la música de un organillero me traslada en un flashback 50 años atrás, cuando la música invadía el país y donde el sonar del vibráfono marcaba el tiempo en que entraríamos a una atmósfera llena de romanticismo.

Siguen mis pasos y de pronto mi mirar me dice que estoy en el majestuoso Teatro de la Ciudad, Esperanza Iris, conocida como la reina de la Opereta, el imponente estilo neoclásico asombra y dilata mis pupilas, caminar en esos pasillos llenos de historia me hace transitar en un viaje inefable, al entrar al área de lunetas, miro asientos reservados para Agustín Lara, Mauricio Garcés y muchas personalidades en una atmósfera llena de nostalgia, mi asombro ante la mirada impactada por la belleza de la cúpula, se interrumpió por la voz que daba la tercera llamada, al subir el telón una imponente orquesta de 40 músicos dirigidos por Abraham Barrera hizo vibrar con el Intro que encumbró al festival y las voces de Los Hermanos Miranda nos hicieron pensar que escuchábamos a los hermanos Zavala, no habían transitado ni 5 minutos y el alma temblaba con cada armonía.

El multicéfalo recibía con cálidos aplausos al anfitrión, al hombre que desde muy pequeño por sus venas corren corcheas, blancas, negras, armonías y sincopados entrelazados por las líneas de un pentagrama de vida, que al ejecutar un instrumento o su voz, va regando semillas de fortalecimiento de nuestro bagaje musical, las voces de Janett Arceo y Rubén Zepeda presentando las canciones hicieron más místico el momento, llevándonos a aquellas finales que se vivían intensamente en ese recinto, en cada emisión del OTI -justo se celebraba un concierto para homenajear sus 50 años- y que mejor que de la mano del gran músico e intérprete Rodrigo de la Cadena, quien hizo suyo el escenario y mostró una gran preparación en cada nota, llevando inmerso el sentimiento, el corazón y los recuerdos de un pasado y presente glorioso de la música.

El recinto recordaba a través de la voz de Rodrigo de la Cadena esas noches que encumbraron a Imelda Miller, Joshio, Sergio Esquivel, Gualberto Castro, Yuri, José José y tantos intérpretes, quienes durante muchos años dieron voz a la inspiración hecha canción de grandes compositores, como Felipe Gil, Sergio Esquivel o Roberto Cantoral, así como a los grandes arreglos de Magallanes o Chucho Ferrer. Se vivió una noche llena de Felicidad, gracias Rodrigo de la Cadena por darle ese reconocimiento a nuestros intérpretes y compositores, gracias por mantener vivo el legado musical a través de tu voz, gracias por ese inmarcesible amor a la música, gracias por seguir apoyando las nuevas voces y que el romance sea perenne, gracias por darnos un concierto con mucha calidad, gracias Rodrigo de la Cadena, que tu amor por la música sea sempiterno. ¡Aplausos de pie!

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