La vida en la madre tierra
Edgar Rodríguez Cimé: La vida en la madre tierra
El ambiente del universo, oscila: un resplandor de 250 grados centígrados, con el sol de frente, y una gélida obscuridad: -266 grados bajo cero, detrás de un planeta; ambos, envueltos en potente radioactividad solar. En este agreste medio, pensar en vida humana es insensatez. Hace 600 millones de años, surgió esta posibilidad en la Madre Tierra -en quintillones de años- al formarse un aura azul que creó condiciones para la vida vegetal, animal y humana: el Ozono.
Cuesta imaginar el largo tiempo que tardó el universo -millones de millones de años- para formar esa mágica franja protectora que impide el paso de mortales rayos y radioactividad, para posibilitar la maravilla natural de la Vida. Sólo para que un sistema económico explotador y expoliador, el capitalismo, en 500 años la destruyera y propiciara “la sexta extinción masiva de especies” en el Planeta Azul.
El “periodo capitaliano” (Julio Bolvitnik) destruyó las bases naturales de la civilización patriarcal: gran agujero en capa de ozono, filtración de rayos solares mortíferos, aumento del calor, deshielo de polos, crecimiento del nivel del mar, desaparición de islas y costas, incendios en los cinco continentes, economías devastadas, migraciones humanas desesperadas, hambrunas, pandemias…
La quema de combustibles de “energías sucias”: petróleo, gas, carbón, perforó kilómetros de la capa de ozono.Con el agujero en esta capa protectora, el homo demens capitalista atentó contra su futuro. Por vez primera, en millones de años, el hombre deja huella negativa en el medio: tierras, mares y espacio híper contaminados con radionúclidos, de mortíferas bombas nucleares, y residuos plásticos, que acaban en estómagos de animales.
Además, una cosa es “bacterias que soportan condiciones extremas del ambiente del universo por fuera de nuestra atmósfera, como las encontradas en los uniformes de astronautas al regresar a las naves planetarias”, y otra muy diferente, es que esas bacterias encuentren condiciones necesarias (capa de ozono) para evolucionar, hasta posibilitar la vida vegetal, animal y humana, por supuesto, en millones de años. Sin embargo, con el resurgimiento de la vida silvestre en la deterioradazona de explosión nuclear de Chernobil (1982), se demostró que el hombre capitalista es más mortífero que una bomba atómica. Sin la presencia negativa del egoísta ser humano, en Chernobil pudo retornar la vida salvaje (“periodo comuniano”).
Pero el tiempo se acaba. Los científicos avisaron de la posibilidad de la extinción de las especies hace 50 años, década de 1970, y los banqueros y empresarios del mundo no hicieron el menor caso por pensar en “el aumento de sus ganancias”. Ahora, luego de medio siglo de “ir a toda velocidad hacia el abismo”, estamos ya en “la sexta extinción masiva de las especies”.
Si antes los comunistas proponían un nuevo periodo social para resolver los grandes problemas en la Madre Tierra, ahora son los propios científicos del mundo capitalista quienes sugieren la necesidad de pasar del “periodo capitaliano” al “periodo comuniano” para resolver, colectivamente, los grandes desafíos y, con esto, salvar a la humanidad de la extinción con un nuevo proyecto de vida comunitaria, como comenzó la civilización hace siete mil años.
¡La vida humana es una maravilla! Construyamos una civilización comunitaria para cuidar nuestra nohoch (grande) casa.