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Los fundamentos filosóficos de la civilización europea se encuentran en la cultura griega y romana, de donde proviene. Lo europeo como eje cultural, sin reconocimiento de la diversidad de continentes y naciones, antes y después. De ahí en adelante, sus valores judeo-cristianos de contenido cultural anglosajón, con el Reino Unido como comandante en jefe.

De 1,500 en adelante, con el devenir del capitalismo, Inglaterra, “la reina de los mares”, con su poderosa fuerza naval, se impuso en la carrera “colonialista” a las demás potencias: España, Francia, Portugal y anexas, se dividieron el continente americano para “abrirle las venas” económicas (Eduardo Galeano) y desangrarlo indefinidamente.

Esta injusticia cultural se repetiría en 1885, con el alemán Otto Bismarck como comandante en jefe, donde, de nuevo, en una mesa, las principales potencias políticas, militares y económicas europeas se volverían a dividir otro continente para saquear riquezas naturales y esclavizar a su gente. África, para beneficio de los blancos europeos.

En el siglo XIX en América, luego de Cristóbal Colón, Hernán Cortés y Hernández de Córdoba, Olegario Molina, y el club de hacendados henequeneros explotadores de indios, representan la “Plasta Divina”: cadena humana de colonización y servidumbre en Yucatán. Eslabones del vergonzoso encadenamiento racista y clasista.

Cuando en México en 1917 triunfa la Revolución a favor de los pobres, en Yucatán, desconectado del resto del país por tierra al no existir carretera, los oligarcas locales la ignoran y continúan con su “sistema de servidumbre” con los indios. Por ello, los jefes revolucionarios mandan a un ejército comandado por el general Salvador Alvarado, para convencerlos “por las buenas o por las malas”.

Definitivamente fue “por las malas”, porque los hacendados “arman su propio ejército con los mayas sumisos” y enfrentan militarmente al poder revolucionario en el pueblo de Maxcanú, donde saldría derrotado. Es, hasta entonces, que se comienza “hacer justicia social en Yucatán”. Hasta 1916, con la instauración del “socialismo yucateco” como sistema social justiciero, fue cuando en Yucatán comenzó la nueva era de libertad para la nación maya sojuzgada.

Supuestamente, porque solamente fueron ocho años de justicia social, en que se aprovecha para iniciar el reparto de tierras comunales arrebatadas por los dzules, así como promover el feminismo yucateco. Entonces, sicarios de los hacendados detienen, encierran y fusilan a Felipe Carrillo Puerto (1924), como ideólogo del socialismo yucateco, y hermanos. Y empieza la “cacería de sindicalistas y feministassocialistas”: Elvia Carrillo Puerto o Claudio Sacramento (+), Gregorio Misset (+) y Manuel Durán (ferrocarrileros), hasta que en 1936 las fuerzas de los hacendados explotadores asesinan a los dos últimos dirigentes: Felipa Poot Tzuc, en Kinchil, y Rogerio Chalé, en X´cumpich, Izamal.

En efecto, existió un “socialismo olvidado en Yucatán”, como nos demostraron con su libro Francisco José Paoli y Enrique Montalvo. Y existió, y se rescató, gracias a dos investigadores norteamericanos, Ben Falaw y Katleen Martin, la importante trayectoria de la lideresa socialista y feminista Felipa Poot Tzuc, del mismo modo que la figura de la reina y sacerdotisa María Uicab, como ejemplo central de la larga “guerra de castas”, por Georgina Rosado y Carlos Chablé. 

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