Llegó el verano
El poder de la pluma
Finalmente comenzó el verano, una de mis estaciones favoritas; aunque cada una tiene lo suyo, creo que ésta es especial porque nos permite a quienes vivimos en la Península de Yucatán buscar los momentos para ir a la playa, el mejor lugar para encontrar paz cuando el clima lo permite.
Y es que 2020 no se ha distinguido por ser un año fácil, hemos pasado a la fecha por el tema de la pandemia que trae en jaque a la economía mundial, por el clima que nos ha traído primero un fuerte calor con signos de sequía y luego muchísima agua, tanta que provocó desastres en más de 70 municipios de Yucatán.
Mientras, los propietarios de negocios de diversos giros se quejan porque la autoridad no permite las ventas, o bien disminuye los horarios que requieren, evita la movilidad necesaria para estar como vivíamos antes del confinamiento, hace recomendaciones para las fechas ideales y así, el mundo visto desde la necesidad de todos.
Hay que añadir a esto la nada fácil vida política de este país que a cada momento me sorprende más y un fin de semana lleno de mucha información en referencia al movimiento que provoca el Día del Padre.
Nunca como hoy este festejo ha causado revuelo, no por la fecha en sí, más bien es un tema de salud que me parece tiene que ver con el peligro al que nos exponemos todos con tal de vernos. Pareciera que el hecho de juntarnos en un domicilio no provoca más que la alegría de coincidir, porque no deberíamos abrazarnos, aunque confieso que es lo que más falta me hace, rodear con mis brazos a mis sobrinos, a mis hermanos, a mis amigos.
Sin embargo, mi preocupación es que el fin de semana también sentí un aumento en la circulación de vehículos que me sorprendió, porque me parece que las personas, los ciudadanos en particular, sienten que el peligro ha pasado, mientras las cifras de la Secretaría de Salud retoman la nada agradable velocidad en el número de personas contagiadas por Covid-19.
No imagino qué se preguntan los más pequeños respecto a esta situación que vivimos en Mérida, en particular, desde marzo pasado con el fin de la escuela como la habíamos conocido hasta ahora, o bien de los festejos por cualquiera que sea la razón, o cómo eran los partidos de futbol, las excursiones a las plazas, los encuentros con amigos, en fin.
He hablado con tantas personas del famoso nuevo coronavirus en todos los sentidos y me parece que debemos aprender una nueva forma de comportarnos, de entender la forma de ser del otro, mientras veo pasar el solsticio de verano, que es el día más largo del año y en donde la luz del Sol tiene una duración de 13 horas y 23 minutos, dicen los que saben.
Por eso aprovecho que es lunes para buscar a otros que como yo quieran disfrutar el verano en la sana distancia. ¡Que sea feliz!