Podríamos ser más responsables
El poder de la pluma
No estoy entendiendo qué pasa a mí alrededor con el tema de cuidar la salud en los tiempos de pandemia. El círculo que nos rodea no es exactamente el mejor, pero es con el que tenemos que vivir, entonces me parece que deberíamos ser un poco, o un mucho, más conscientes o tan solo responsables a fin de evitar el contagio.
El meme que más me impactó esta semana dice: “El covid sigue activo, lo único que cambio es que te dieron permiso para salir a buscarlo” y a mi mente llegan las imágenes de las personas corriendo por Paseo Montejo a las ocho de la mañana en martes porque -me imagino- tienen una enorme urgencia de hacer ejercicio sin tapabocas, o bien a quienes andan en un vehículo con más de tres pasajeros con el cubrebocas en la garganta mientras se ríen entre ellos, o los que salen a la calle y al llegar a casa permanecen sin bañarse porque sólo fueron al cajero, super, tienda de la esquina, por comida rapida.
Y así, la lista se va al sitio de las quejas, de los locatarios de los mercados municipales que no venden, de quienes responsabilizan a la autoridad pero al mismo tiempo están convencidos de que no venden porque son muchos los que no tienen dinero, de la impaciencia por el lentitud de la reactivación, de los relatos de muchos conocidos sobre no ir a ninguna parte, de las historias de otros que sí se reunieron y dieron positivo, de los tercos que se quejan de los días en casa.
Y pienso que toda moneda tiene dos caras. Esta semana también conocí a David, quien en una camioneta que vio sus mejores días hace años lleva comida pagada con su pensión a meridanos que lo necesitan más que él, historias como la de Javier que, a falta de trabajo, dedica su tiempo a organizar la forma de llevar artículos usados a quienes tienen más carencias que su familia. Afortunadamente también la lista es larga.
Entonces hay otra emoción más y es la tristeza alrededor de los anuncios de amigos queridos o personajes admirados que no libraron la batalla contra el virus, mientras que en otros sitios reencontramos con agrado a los que tuvieron la oportunidad de permanecer en este plano a seguir aportando buenas noticias.
Así es la vida siempre. Con lados que no se pueden entender, con números de fallecimientos relacionados con cifras de contagio que nadie puede explicar, un infinito número de ciudadanos que dedican su tiempo a escribir tremendos discursos en redes sociales haciendo responsable a la autoridad y otra cifra que dedica sus esfuerzos al ataque constante que sustituye a la alabanza.
Ahora sí que rebasado por tanta información mi querido México está lleno de contrastes, de cifras que sólo pueden ser vencidas con la responsabilidad de lavarse las manos, con el cariño por uno mismo de colocarse bien el tapabocas, el cuidado de comer frutas y verduras que permitan la supervivencia.
Mientras, yo aprovecho que es lunes de julio para felicitar en la sana distancia a mi sobrina Carolina y mi amigo Juan Solís que celebran su cumpleaños. ¡Que sea feliz!