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Todos los días quiero hablar de cosas positivas, aun en estos tiempos de noticias constantes que en ocasiones nos ponen tristes. No significa que tenga el mejor sentido del humor del mundo, a pesar de que me esfuerzo, sólo me propongo una forma positiva de transitar por este tiempo de pandemia en verano.

Y me encanta saber de otros que hacen esfuerzos por ver la cara linda de estos tiempos distintos, como mi amigo David Salomón, quien pidió a sus seguidores compartir las cosas lindas que les ha dejado la primavera con todas sus implicaciones.

Los mensajes permiten leer las cosas buenas que todos tenemos, los aprendizajes maravillosos, los poderosos recordatorios de quiénes somos y de dónde venimos, tener tiempo para dormir, leer, escuchar música, conversar con los otros, en fin.

Es increíble cómo hay cosas, situaciones o prácticas que nos hacen felices, así, sin darnos cuenta, como preparar guayas con limón, sal y chile porque entonces regreso a Chelem cualquier día de julio de otros años, en compañía de mi hermana, caminando sin zapatos hacia el mar con un tazón lleno esperando nuestro regreso.

O ver florecer los lirios blancos del jardín que me regresan a los días de playa cuando mis hoy universitarios sobrinos eran menores de 12 y tenían prisa por correr a tirarse a la arena donde por horas jugarían guerritas con misiles de frutos de uva de playa.

Y así podría usar muchos ejemplos de las tardes calurosas de teatro, donde una semana entera ensayábamos el espectáculo que presentaríamos tan solo una tarde de sábado a los adultos de la casa a cambio de simples aplausos. O bien el olor a café de la abuela esas mañanas que temprano barríamos la terraza o chapeabamos el frente o el patio de la casa a cambio de ir a la feria del puerto a jugar futbolito hasta que cayera la noche.

Mi mamá siempre contaba que ella adoraba los meses del puerto (a veces eran más de 30 días) porque sus cuatro angelitos querían comer pescado frito todos los días; yo no lo recuerdo así, pero cierto es que teníamos costumbres diferentes de alimentación, ya que la prioridad era estar más horas dentro del mar.

Hoy hay otras cosas que disfruto, como sentarme bajo la sombra de un árbol porque el clima ahí es menos caluroso, o bien la compañía de algún texto mientras pateo la pared como yucateca que se respeta, mientras llegan esos tiempos de volver, porque ahora prefiero tener el verano en la sana distancia.

Seguramente recuperaremos esos días si tenemos los cuidados al salir a la calle únicamente a lo necesario, nos esforzamos por utilizar el tapabocas, dejamos las visitas físicas de lado, buscamos a los que queremos a través de las redes que son maravillosas; en fin, si nos queremos y queremos seguir en este planeta.

Mientras, yo aprovecho que es lunes de julio para felicitar a mis queridos Alejandro y Gabriel Rosel que cumplen años. ¡Que sea feliz!

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