Árbol de sombra generosa
El poder de la pluma
Árbol grande de sombra generosa es como alguna vez escuché describir a don Andrés García Lavín, un hombre al que admiro aun después de su partida y que recuerdo con más afecto, en esta fecha que conmemora su nacimiento, que en cualquier otro momento del año.
Siempre pienso en él, pero agosto, Progreso, huracanes, apoyo, solidaridad, educación y la Virgen de Guadalupe son palabras que me lo traen a la mente por las muchas cosas que lo vi y escuché hacer.
No soy la única, muchos de los compañeros que he tenido a lo largo de dos décadas laborando en Sistemas Informativos y Publicitarios del Sureste lo recuerdan de esta misma forma: con respeto, admiración y cariño por alguna de las buenas obras que siempre hizo, no sólo con quienes trabajamos para sus empresas.
También las mujeres que acudían los lunes a las puertas del corporativo en la calle 60 lo esperaban, en ocasiones, más de una hora porque sabían que sus juntas de cada semana tardarían un poco, pero nunca las dejaría sin la ayuda con la que parecía contaban siempre, sin tener un contrato.
Escribo siempre de don Andrés en esta fecha porque también me gusta recordar su legado fuera de los medios de comunicación, en todas las casas que construyó luego del huracán Isidoro que afectó a cientos de yucatecos, en las escuelas que llevan su nombre en Mérida y Progreso y en las que todavía hoy lo conmemoran, en las becas escolares que la fundación que llevaba su nombre entregó a tantas personas y muchas más.
La comparación con el árbol, que tanto aprecio, es porque sus raíces son aún hoy fuertes en el legado que le dejó a todos sus hijos, personas caritativas, que aportan a la sociedad mucho de lo que tienen, no sólo en recursos, también en tiempo y que siguen sus pasos en diferentes organizaciones o fuera de ellas aportando a quienes menos tienen.
Pero además en sus ramas empresariales somos muchos los que seguimos con respeto sus enseñanzas desde nuestra trinchera, en menor medida por supuesto, pero sin olvidar su máxima del respeto por el ser humano.
Don Andrés García Lavín tenía un estilo particular de hacer las cosas, con ética moral y profesional, siempre pendiente de sus negocios, pero sin olvidar a su familia así como sus amigos.
Tuve la oportunidad de escuchar muchas voces hablar del hombre que nunca se dio por vencido, del yucateco que prefirió vivir siempre en su tierra aunque eso le implicara muchos viajes, del empresario que actuó con honestidad pensando en la sociedad a la que servía, del contador público quien seguramente afrontó las adversidades con la humildad propia de la grandeza, del ser humano que jamás aceptó palabras de alabanza, aunque dirigió en más de una ocasión organizaciones mundiales en las cuales defendió la libertad de expresión en la que siempre creyó.
Hoy aprovecho que es lunes 24 agosto para honrar la memoria de un yucateco admirable al que todavía extraño donde quiera que esté. ¡Qué sea feliz!