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Fernando Palma, in memoriam

En la relación humana la amistad debe ser el grado más excelso, porque es el vínculo que establecemos por voluntad propia, sin mediar compromisos ni obligaciones. Es tan fuerte este vínculo humano que rebasa cualquier acto de noble sacrificio, hasta el extremo de dar la vida por alguien que sentimos amigo.

Es no solamente una figura en la relación humana, porque realmente es un sentimiento que supera cualquier conveniencia personal.

Se ha escrito tanto sobre la amistad, desde los orígenes de la Biblia hasta nuestros días, que hemos perdido en muchas ocasiones el sentido único de la palabra y la hemos convertido en una expresión ligera, muy alejada de su verdadero significado, tan sencillo y tan profundo; AMIGO es por quien se da la vida si es necesario, se le habla sin reservas, especialmente cuando no compartimos su opinión, y se puede llegar a cualquier exceso de expresión sin herirlo ni sentirse herido, cuando las palabras tienen un sentido que hay que entender desde la óptica del corazón y no desde su sentido aparente. “AMIGOS Y SOLAMENTE AMIGOS, LO DEMÁS… LA JUNGLA”. Del poeta español Rafael Guillén.

Si elevamos la relación con nuestros semejantes, tratando de llegar a niveles de amistad que no es lo mismo que amigos, pero que ya es algo mejor que la frialdad con que nos tratamos cotidianamente, estaremos abriendo la posibilidad de tener un entorno más sano, en el que podremos desenvolvernos con mayor posibilidad de ser felices y saludables. El planeta será un mejor lugar para vivir si nos sentimos amigos de él y lo tratamos como corresponde a un amigo noble y tolerante.

Hoy, una persona que ha sabido ser amigo ha traspuesto los umbrales de la vida luego de una situación de salud crítica y ante ello es inevitable recordar tantos pasajes de nuestra niñez estudiantil, aventuras juveniles y como hombres maduros pero jamás seniles, seguir disfrutando de la compañía de los amigos.

Era difícil pasar un miércoles sin la reunión acostumbrada. Él era un incondicional promotor de estas reuniones y siempre estaba dispuesto a lo que hubiera que hacer con tal de reunir al grupo. No hubo petición de algún amigo en desgracia que no fuera escuchada y satisfecha, a veces pasando por encima de sus propias necesidades para satisfacer la necesidad del amigo. No había limitación de horario o lugar que le impidiera asistir a alguna llamada del amigo para apoyarlo, sin tomar en cuenta los motivos que tuviera para requerir la ayuda.

Esperaba su recuperación para decirle una vez más lo importante que ha sido en mi vida tener un amigo tan incondicional y siempre dispuesto a escuchar los problemas de los demás y reír con las alegrías de otros que sabía tomar como propias. Ya habrá ocasión, Fernando, ahí donde seguro nos esperas con una sonrisa y un vodka.

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