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El movimiento feminista que busca erradicar la violencia de género nunca me ha parecido muy transparente, y, después de escuchar por la radio a un psicólogo decir: “Ofendemos a la mujer cuando le decimos: PERMÍTEME HACER ESTO POR TI, cuando se trata de hablar con un interlocutor un tanto cuanto agresivo, o levantar algo del suelo”, tuve que hacer un esfuerzo para no llamar a la estación y decirle tres cosas, como: ¿no debo abrirle la puerta del auto para que baje, ni acercarle o cederle una silla para que se siente o bajar algo de la cajuela de su vehículo porque con mis actitudes la estoy haciendo menos?

Sé que el tema es delicado y riesgoso en cuanto a la imagen que se formarán de mí. Pero también es justo decirles que mi preocupación se disipó cuando leí un escrito de la doctora Georgina Rosado Rosado, que habla sobre la violencia de género; decidí declararme totalmente feminista y ser activista en los movimientos de la causa.

Me esfuerzo por confrontar mis ideas acostumbradas, heredadas y cultivadas celosamente durante muchos años y por generaciones con el reflejo que me devuelve el espejo cuando realizo algún acto de cortesía hacia una mujer, y las radiografío para quitarles cualquier revestimiento o barniz, por sutil que sea y pudiera estar matizado con sentimientos de superioridad, de fuerza, de machismo y continuar con la conducta atenta, pero cuidadoso de esas costras de heridas propias o condicionamientos heredados, reales o imaginarios.

La equidad de género no debe confrontar a la mujer con el hombre sino al hombre y a la mujer por separado y consigo mismos.

Ya entrados en el tema, no podemos ignorar que un alto número de suicidios de hombres se deben a problemas con la mujer.

Muchos hombres son maltratados verbal y hasta físicamente por la mujer y ocultan su situación por las mismas razones señaladas anteriormente.

El maltrato al hombre es algo que debe trabajarse con la mujer, se suicidan más hombres por problemas con la mujer que mujeres por problemas con el hombre.

No se ha documentado ningún caso de feminicidio solo porque la víctima fuera mujer.
Que no nos separen las confusiones ni etiquetas sicológicas.

No somos iguales, somos maravillosamente diferentes.
No nos discriminen excluyéndonos de los movimientos de equidad de género.

Juntos seguramente podemos resolver el tema, evitando que siga siendo festín de políticos y políticas oportunistas, mismos y mismas que en algunos casos es sabido maltratan a su pareja.

Cuenta conmigo Georgina y te felicito por tu apertura al proponer la inclusión de hombres en el movimiento.

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