|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Hace ya muchos años que escuchamos advertencias sobre la degradación de nuestro ambiente, el daño que se produce al planeta y el futuro inhóspito al que se enfrentan nuestros descendientes; de los años setentas, cuando la comunidad científica internacional comenzó a mostrar signos de preocupación por el deterioro del medio ambiente debido a la acción humana, mucho camino se ha recorrido desde las primeras reuniones sobre el tema, como el Protocolo de Montreal de 1987, hasta los Acuerdos de París en vigor a partir de 2016, que establecen medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y de los cuales Estados Unidos decidió retirarse en 2017.

El gran pretexto para ese retiro fue el daño que la economía norteamericana recibiría debido a los controles ambientales; su lógica es sencilla, si se imponen controles ambientales a las empresas, éstas verán reducidos sus márgenes de utilidad y obtendrán menos ganancias; su propuesta es también sencilla: permitir a las empresas seguir generando ganancias a pesar de contaminar el medio ambiente e hipotecar el futuro del mundo.

En ámbitos más personales podemos tomar algunas medidas que contribuyan a solucionar este problema, usar lo que realmente necesitemos es buen inicio, debemos sacudirnos el mandato de la sociedad de consumo que nos impulsa a adquirir no solo lo que necesitamos, sino un infinito número de cosas, crear conciencia de que nuestros zapatos, muebles, celulares y muchas cosas más no necesitan ser reemplazados solamente por que ya no están de moda.

La meta debe ser dejar todo en mejores condiciones de las que lo encontramos. Si los recursos naturales de los que disponemos los utilizamos para nuestro beneficio, pero al mismo tiempo los dejamos en mejores condiciones de como los encontramos, permitiremos su permanencia para las futuras generaciones; no se trata de no usarlos, sino de administrarlos de tal manera que lo que hoy yo uso mis descendientes también puedan disfrutarlo.

Mucho se nos ha insistido en la necesidad de dejar un mejor planeta a nuestros hijos y es verdad, pero no sería mala idea dejar también mejores hijos a nuestro planeta; la educación en estos temas es indispensable para lograr seres humanos con actitudes sanas hacia nuestro entorno; pero el conocimiento no lo es todo, la práctica es fundamental: involucrar a nuestros hijos en desarrollar conductas sanas, que privilegien la conservación y el respeto al medio ambiente será fundamental para que nuestro mundo tenga un mejor futuro.

En esencia, debemos ser conscientes de que nosotros llegamos y nos vamos, y este mundo permanece. Si queremos que esto siga siendo así y el planeta continúe existiendo, debemos trabajar en dejar limpia nuestra casa para quienes vienen detrás de nosotros.

Lo más leído

skeleton





skeleton