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Desde las lejanas épocas de mi infancia, recuerdo con especial cariño a mis amigos durante nuestros juegos por las tardes; la travesura, la agitación y las carreras eran parte integrante de todos nuestros días, eran años en los que nuestra vida recién estrenada buscaba cómo expresarse, hacer notar que existíamos.

Con el tiempo esta manifestación de nuestro yo encontró en los distintos deportes que fuimos conociendo caminos para la expresión de nuestra corporeidad; fue después, durante nuestros años escolares, cuando la importancia del deporte fue asomándose a nuestras vidas; tuve al deporte no solamente como simple diversión y desfogue de energías, sino como indispensable elemento formativo de mi carácter y personalidad.

A Décimo Junio Juvenal se le atribuye la conocida frase “Mente sana en cuerpo sano”. El romano, siguiendo la filosofía griega del desarrollo integral del ser humano, validaba así la importancia del cuerpo como integrante esencial de la persona.

A través de las centurias, la conceptualización y valoración del cuerpo y las expresiones deportivas han sufrido importantes variaciones, es así como en distintas épocas, con la satanización de lo sensual y del cuerpo, la práctica deportiva fue relegada al olvido, mientras que en otras se le ha concedido una importancia que lleva a sus máximos exponentes a la gloria y la fama.

Durante siglos se pensó que el espíritu era el culmen de todo lo positivo del ser humano, mientras que el cuerpo era el resumen de toda la podredumbre, las pasiones descontroladas, lo efímero, lo desechable y mortal.

Al ser cuerpo y alma, la persona debe privilegiar el sano desarrollo de su propio ser atendiendo a todas sus dimensiones; es por eso que la práctica del deporte no es una actividad intrascendente, sino un elemento constitutivo de la formación personal, ya que a través del deporte el ser humano también se autoconstruye.

El deporte permite también la práctica de virtudes que apoyan en plenitud el desarrollo de la persona, permite el trabajo en equipo, el respeto al otro, la tolerancia a la frustración, el respeto a las reglas, el disfrute en comunidad, la posibilidad de contar con una buena salud y desarrollar la cultura del esfuerzo y la perseverancia.

El deporte es una de las maneras más nobles de hacernos cada vez más y mejores seres humanos. Distintas personalidades han señalado esta verdad a través de los años, es así como Albert Camus llegó a mencionar: “Lo que finalmente sé con mayor certeza respecto a la moral y a las obligaciones de los hombres se lo debo al futbol”. Esperemos que todos, como Camus, entendamos claramente la importancia del deporte en nuestra vida.

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