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En un contexto en el que hoy se plantea –y se ha hecho en parte- la legalización de ciertas drogas, la mariguana sobre todo, me propongo en este espacio señalar situaciones similares vividas con el comercio del tabaco en la Colonia. Los europeos justificaron la introducción y el consumo del tabaco en el Viejo Continente con el argumento de “sus propiedades medicinales” (1), ya que los indígenas la utilizaron con fines mágico-religiosos.

Antes de la llegada de los españoles, el tabaco era extensamente utilizado en el Continente. Los indígenas lo consumían fumado en pipas, enrollado a modo de cigarro, inhalado en polvo por la nariz, preparado en cocimientos para beber o untarse y masticado en hojas. Las formas más populares en Europa fueron las de polvo y humo (2).

En España, durante el siglo XVI, las hojas para la confección del polvo se mojaban en agua de azahar, pero esta práctica se desechó a principios del siglo XVII y se prohibió la adulteración de la fragancia natural del tabaco (3).

El tabaco fue generador de riqueza al popularizarse, al igual que el azúcar, el cacao y el café, y propició profundos cambios en los patrones de consumo europeo. A pesar de que desde el siglo XVI se introdujeron semillas en Europa, Asia y África, las mejores hojas fueron las de las colonias en América.

En el siglo XVII, al mismo tiempo que crecía el consumo, la producción y el comercio, se intensificaba la competencia mercantil de las potencias europeas y el Caribe se convirtió en escenario principal de esas disputas. La región caribeña se pobló de naves holandesas, inglesas y francesas que atacaban las embarcaciones españolas cargadas de metales preciosos y mercancías.

A pesar de que España conservaba sus colonias más importantes en el Caribe, a duras penas podía abastecer de los bienes necesarios, circunstancia que aprovecharon las potencias enemigas para fomentar el contrabando y minar el poderío español basado en el exclusivismo comercial; la mayoría de las veces este comercio ilegal se realizaba con la anuencia de las autoridades locales.

España hizo del tabaco cubano un producto con marca de fábrica, los fumadores ingleses pagaban con gusto sobreprecio. La estrategia española fue concentrar en Sevilla el tabaco que llegaba de América, con la finalidad de combatir fraude y contrabando; en 1684 se regulaba el negocio tabacalero mediante la Real Hacienda.

1) Marichal Carlos, De la plata a la cocaína, cinco siglos de historia económica de América Latina 1500-2000, op, cit., cap. 4. El negocio colonial de Tabaco en el Imperio, FCE: El Colegio de México, 2017, p. 132
2) Ibid, p. 132
3) Fernando Braudel, Civilización imperial, economía y capitalismo, siglos XV-XVIII, vol. 1, Alianza Editorial México, 1984, pp. 218 y 220

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