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Desde su aparición el Covid19 ha cambiado el entorno mundial, comunitario y familiar; nadie estaba preparado para vivir bajo los efectos de una pandemia. Ya no se puede andar libremente y se debe llevar cubrebocas, ya no se puede saludar de mano o abrazo, ni reunirse con la familia o los amigos, menos ir a cualquier destino por muy cerca que quede.

Hay restricciones para acudir a los centros comerciales, entrar a un restaurante a tomar un café, las reuniones en donde estén más de 20 personas pueden ser peligrosas; en los centros de trabajo las medidas de higiene son más estrictas, al igual que en los colegios, los hogares y medios de transporte.

El mundo utiliza las herramientas virtuales; han aumentado las compras en línea; las operaciones bancarias y algunos pagos se hacen de manera virtual e incluso las conversaciones entre amigos, lo mismo que las clases.

Estos cambios forzosos vienen a replantear lo que puede ser lo cotidiano y lo inmediato, muchos padres prefieren que sus hijos pierdan el curso escolar a asistir al aula con el riesgo de contagiarse.

La experiencia internacional nos muestra que salir del confinamiento puede ser peligroso si se realiza de manera irresponsable. En la ciudad de Wuhan, donde el coronavirus surgió, se reportaron el pasado lunes 5 nuevos casos, más once en Shulan; el gran peligro son las personas asintomáticas, ya que tienen el virus pero no muestran señales clínicas como tos o fiebre. Corea del Sur ha sido considerada modelo global sobre la forma de frenar el virus y el pasado 10 de mayo ordenó cerrar 2,100 clubes y bares en Seúl, después de una segunda ola de coronavirus.

Desde el 23 de marzo la autoridad de salud dispuso acciones preventivas para disminuir el contagio por Covid-19, tales son el confinamiento y cese de actividades no esenciales; se cancelaron eventos masivos, se pidió a la población evitar aglomeraciones, aislarse en sus casas y mantener alejamiento físico.

Más que nunca se tienen que cuidar la salud mental y el bienestar, ya que las medidas para contener el avance del Covid-19 traen consigo consecuencias no deseadas, a la vez que incrementan los factores de riesgo, miedo, estrés, uso de sustancias prohibidas, violencia, aumento de enfermedades; la pobreza será más visible y el impacto económico afectará el bienestar y la salud mental.

El desempleo genera pobreza, termina con los ahorros y con los medios de sobrevivir; la situación es difícil para aquellos que viven al día y necesitan trabajar para comer; se acrecienta la inseguridad, aumentan las deudas, el hambre, miedo al fracaso y pérdida de confianza; crece la incertidumbre. Más que nunca se necesita la solidaridad entre los seres humanos, no se diga de aquellos que tienen o buscan el poder.

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