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La UNAM está en búsqueda de nuevas moléculas para realizar nuevos fármacos de origen marino en Yucatán; actualmente exploran y aprovechan la biodiversidad marina para determinar su potencialidad y utilidad como fuente de compuestos farmacéuticos de manera sustentable, preciso el Dr. Sergio Rodríguez Morales, del laboratorio de Productos Naturales Marinos de la Unidad Química de la UNAM en Sisal.

En la línea de investigación está la búsqueda de moléculas antiparasitarias presentes en organismos marinos endémicos en mares yucatecos, como los neuropéptidos que están en la saliva del pulpo Octupus maya, además de su posible empleo ante el Alzheimer, así como las moléculas de anémonas para actividad biológica –en cautiverio pueden vivir hasta 150 años o clonarse, lo cual las convierte prácticamente en inmortales-; la búsqueda de moléculas antiparasitarias presentes en los holotúridos o pepinos de mar y su posible empleo en el mal de Alzheimer, de la misma manera está la obtención de moléculas con posible actividad biológica presentes en los cnidarios como las medusas, el aislamiento de péptidos bioactivos derivados del colágeno que se obtiene de las vejigas de peces que se desechan.

Rodríguez Morales externó que con el desarrollo tecnológico se descubrió una molécula líder que tiene la actividad que pretenden hallar en Yucatán: “Si estamos buscando compuestos antibióticos, lo que hago es aislar estas moléculas y las enfrento con diferentes bacterias para ver si inhiben su crecimiento; lo que quiero encontrar es una molécula que tenga esta propiedad, sin embargo muchas de estas moléculas tienen el problema de que no son solubles y por lo tanto no pueden ser consideradas fármacos sino hasta que se mejoran sus propiedades de solubilidad”.

A manera de ejemplo el científico recordó que el primer fármaco de origen marino que se comercializó, el prialt, se aisló de los caracoles. Este organismo tiene un arpón con veneno que sirve para paralizar a su presa; el veneno que se aísla de este conus magus contiene de 500 a 800 péptidos, uno de ellos el prialt que sirve como analgésico para el dolor de la espina dorsal.

Este medicamento es mil veces más potente que la morfina. Ambos lo que hacen es interrumpir el dolor por unirse a los canales de calcio que llevan los impulsos, la morfina se une a una proteína y desencadena el bloqueo del dolor.

El prialt se deposita directamente sobre el canal y lo cierra, por eso es más eficiente y no causa adicción ni resistencia; la única desventaja que tiene es que hay que aplicarlo en la espina dorsal. Ya se comercializa para enfermos de cáncer terminal.

El investigador recordó que muchos de los tratamientos antiedad están en las algas marinas, ya que sus enzimas ayudan a quitar un poco las arrugas. Los organismos marinos que no se desplazan son los más estudiados: los equinodermos, las estrellas y pepino de mar.

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