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La ausencia de los africanos–afrocaribeño en la construcción sociocultural de la identidad del yucateco actual, la población negra y sus cualidades, después de ser numerosa durante la vida colonial en la Península de Yucatán, fue objeto de invisibilidad por parte del resto de la sociedad, esto impidió que posteriormente su presencia sea reconocida en la identidad regional, argumentó el Dr. Jorge Victoria Ojeda, quien pertenece a la Unidad de Ciencias Sociales del Centro de Investigaciones Regionales de la UADY.

La llegada de los africanos a la región peninsular se remonta a la segunda mitad del siglo XVI, a la par con los conquistadores hispanos, y continuó en las centurias del coloniaje español. En la capital provincia de Mérida, desde la década de 1580, se reportaba en la catedral de Mérida una cofradía de negros y mulatos, llamada del Santo Nombre de Jesús.

Por otra parte, en los libros de matrimonio de la parroquia de negros en Mérida, es notorio un abanico de provenientes de aquella gente: los había registrados como oriundos de una región de África, Angola, Biafra o El Congo.

Durante la colonia puede documentarse la presencia de los llamados “negros franceses” procedentes de la gesta revolucionaria de Saint-Domingue, que llegaron en número de 115 al puerto de Campeche a inicios de 1796, y fueron remitidos al oriente peninsular para que fundasen el único poblado de negros en tiempos coloniales, que llevó el nombre de San Fernando Aké, al poco tiempo sirvió de refugio para los esclavos huidos de Wallis (hoy Belice).

En 1820 entre Hunucmá y la costa, hubo una población africana, se estableció un grupo de gente denominada y documentada como “morena” y fundaron una población denominada San Francisco de Paula.

A inicios de la vida independiente en la región, en 1822, las calidades o castas desaparecieron, quedando ya sin registro parroquial de divisiones socio-raciales, lo que coadyuvó junto a las políticas oficialistas, a la invisibilidad de los afrodescendientes. No obstante esa ausencia, los afrodescendientes y algunos negros siguieron presentes, al igual que en el resto del país que comenzó con la supuesta igualdad entre todos los seres humanos tras la llegada de la independencia (1821). De tal forma que, en el discurso nacional en México, y por ende en la Península de Yucatán, la procedencia de identidad étnica bipartita conformada con los elementos culturales y biológicos de españoles e indígenas mayas, invisibilizó al tercer integrante de la sociedad que son los africanos.

Lo africano y lo afrocaribeño en la vida cultural sigue vigente en el poblado de Halachó, existe en las festividades carnestolendas la comparsa de “los negritos”, cuya danza lucha contra el demonio representado por uno de los integrantes quien porta una máscara, pertenecer a esa comparsa es como un rito de paso, ya que todos los adolescentes quieren participar en ella.

En Hunucmá, se da el caso de “la boxita” y su dualidad de mujer negra y mestiza yucateca, la que al final es quemada, según se dice, como parte de una lucha entre el bien y el mal en el contexto festivo de Corpus Christi. Se señala que el rito de la boxita es de tipo carnavalesco y se adapta a una celebración comunitaria.

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