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“Los mensajeros de Job”, es un libro que muestra la otra cara de la Revolución en Yucatán, desde la perspectiva de la Iglesia Católica o de los derrotados, como lo señala la autora Dra. Marisa Pérez de Sarmiento, quien pertenece al Instituto de Investagaciones Dr. José María Luis Mora.

El primer arzobispo de Yucatán, Martín Tritschler y Córdova, quien recibiera noticias alarmantes de su diócesis, se exilia a Cuba de 1914 a 1919. El 24 de agosto el prelado se embarcó desde el puerto de Progreso en el vapor americano “Esperanza”, para exiliarse en La Habana, Cuba, donde fue recibido por los hermanos paulinos en el templo contiguo de la Señora de la Merced, donde recibe cartas que narran parte de las consecuencias de la Revolución Mexicana en Mérida.

Las medidas gubernamentales que incluyeron la clausura de colegios religiosos, la incautación de templos, la expulsion de curas de centros de enseñanza y el atentado de la Catedral de Mérida de 1915, fueron considerados por la clerecía como la evidencia de calamidades que llevaron al arzobispo Tritschler a comparar a los mensajes que le mandaban con los mensajeros de Job.

El presidente Venustiano Carranza nombró como gobernador de Yucatan al militar Eleuterio Ávila, oriundo de Valladolid; entre las primeras medidas que implementó relacionadas con el orden público, debe mencionarse el cierre de expendios de bebidas embriagantes, las peleas de gallos, la libertad del jornalero y ordenó un prestamo forzoso de ocho millones de pesos, que sería cubierto por todos aquellos que tuvieran un capital de cien mil pesos, con el fin de adquirir armamento y pertrechos destinados al ejército constitucionalista. El 12 de octubre de 1914, aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a América, expulsó a 56 sacerdotes españoles.

El gobierno de Eleuterio Ávila pronto tuvo fricciones con el Gobierno de Carranza y su secretario de Hacienda, Luis Cabrera. La rispidez se generó por la renuencia de Ávila de aplicar, además del prestamo decretado, un impuesto extraordinario a la fibra de henequén “como una contribución de guerra”. El argumento del Gobernador era que pedirles a los yucatecos un nuevo esfuerzo en ese momento sería un fracaso y provocaría una revolución armada que no se habia extendido a Yucatán.

En su lugar fue enviado Toribio V. de los Santos, quien logró acabar con la sublevación , pero crispó a un sector económico importante de la sociedad; cabe señalar que para gobernar trajo a ciudadanos que no eran de Yucatán, el discurso radical acabó por detonar los ánimos de un grupo de hacendados y comerciantes que sintieron amenazados sus intereses, propiciando una alianza que sirvió a la ambición de Abel Ortíz Argumedo, quien encabezó un movimiento “soberanista”, que no separatista, que pretendió tratar en igual de circunstancias con el presidente Carranza. El desenlace de este malogrado intento derivó en la decisión de enviar a Salvador Alvarado a Yucatán.

La derrota de la rebelión de Aberto Ortiz y el arribo de Alvarado a Yucatán, comenzó con una etapa de reformas y cambios políticos, económicos y sociales, que incluyeron medidas anti-clericales.

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