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En el Día de las Madres mi linda viejita estuvo acompañada por la mayoría de sus nueve hijos, varios nietos y bisnietos y algunos vecinos y amigos que ha hecho a lo largo de sus 84 años de vida. En un pueblo pequeño como nuestro Dzilam González prácticamente todos nos conocemos, así que todos saben cómo es cada uno de los que componemos nuestra hermosa familia. Y si hay algo que respetamos y defendemos con dientes y uñas es el derecho a la vida de los pequeños ángeles que llegan a nosotros casi cada año. Ahora, por ejemplo, en la fiesta a mamá Lulú dos parejas de sus nietos anunciaron que en unos cuantos meses les nacerán sendos bebés. La celebración se redondeó con tan grandes anuncios.

Gracias a Dios a las poblaciones del interior del estado no llegan con tanta fuerza y rabia las campañas que se alimentan de eslóganes como “Yo puedo hacer con mi cuerpo lo que quiera”, que enarbolan mujeres equivocadas que asumen que un bebé que se esté formando en su vientre forma parte de su propio cuerpo y pueden hacer con él lo que quieran, incluso matarlo.

Las mujeres de mi familia me llenan de orgullo porque, además de ser independientes y luchadoras, no permiten abusos en su contra y se solidarizan entre sí cuando alguna de ellas afronta algún problema serio. Y nunca que yo sepa han siquiera mencionado la opción de recurrir al aborto. Por eso es un gran gusto verlas en nuestras fiestas familiares bailando, platicando y bromeando junto con sus chiquitines y sus otros hijos ya mayores.

De esta felicidad familiar al parecer no tienen ni la más mínima idea aquellas pobres mujeres que, sobre todo en ciudades donde creen que han alcanzado grandes niveles de desarrollo, exigen a gritos que les permitan hacer con su cuerpo lo que les dé la gana, aunque ese “su cuerpo” incluya a un niño en gestación, que “les estorba” para realizarse como personas, es decir, para estudiar y trabajar con miras a obtener buenos salarios que les permitan darse los gustos materiales que deseen. Es muy positivo tratar de realizarse profesionalmente; es loable exigir que se respeten nuestros derechos, pero de positivo a loable pasamos a execrable y condenable si lo que se quiere es darle muerte a un bebé: abortar.

En nuestra familia pequeña/grande nació hace una semana un niño que requerirá atenciones especiales, y sus padres y abuelos ya están listos para cuidarlo ahora y siempre. Hermanos, tíos y primos ya han expresado que si algo pueden hacer, están disponibles.

Así se celebra con verdad el Día de las Madres, del que es justo excluir a quienes no solamente declinan el divino regalo de la maternidad, sino que además despotrican abierta y públicamente contra él.

Felicidades durante todos los días del año a las mujeres que asumen la felicidad, sacrificio y heroísmo que significa ser madre. Muchas gracias a todas ellas.

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