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En reciente rueda de prensa destacó la declaración del asesor y vocero de una treintena de comisarios ejidales, Salvador Arteaga, quien al informar sobre las gestiones que realizaron en la Ciudad de México dijo que les sorprendió enterarse de que el delegado de la Procuraduría Agraria, contra el cual protestaban, en realidad ya había sido cesado. Al preguntar cuándo se enviaría nuevo delegado, les respondieron que por el momento no había planes de hacerlo simple y sencillamente porque “no hay dinero para pagar el sueldo” del relevo.

El sábado pasado una tromba azotó una franja del oriente de la ciudad que incluye Pacabtún y Fidel Velázquez. Los fuertes vientos desgajaron muchos árboles y derribaron algunos, con lo que ramas más o menos grandes bloquearon el paso vehicular en ciertos tramos.

Escribo el lunes a mediodía y esas ramas todavía obstaculizan un poco el tránsito de vehículos y personas, y es de temerse que además, en plena temporada de lluvias, afecten nuestro precario sistema de alcantarillado.

Los dos temas que hemos citado están ligados por un problema cada vez más generalizado: la administración pública federal no tiene recursos suficientes para canalizarlos a los gobiernos estatales y municipales a fin de que atiendan las necesidades de y los servicios para la población.

La falta de recursos dificulta el trabajo básico e incluso vital en áreas como salud, educación y seguridad. Hasta el año pasado había recursos, por ejemplo, para el programa de mantenimiento de escuelas que se efectuaba en julio y agosto. Pero la escasez de fondos es cada vez más marcada, y eso ata de manos a gobernadores y alcaldes, como se ve, por ejemplo, en la inexistencia de hecho del comité temporal de protección civil que cada año se forma a fin de atender cualquier contingencia meteorológica. En el plano municipal, a estas alturas ya se había realizado la limpieza de alcantarillas, que sigue pendiente al menos en la zona que afectó la tromba.

Mucho más importante sería conocer cuán preparada está la Comisión Federal de Electricidad para afrontar la gran emergencia que significaría para sus redes de distribución el azote de un huracán. Pero la CFE se maneja igual que Pemex, en el mayor de los secretos.

Cuando nos golpeó el huracán Gilberto los trabajadores de campo de la CFE se ganaron nuestra admiración por la intensa y rápida labor que realizaron para que todos tuviéramos de nuevo corriente eléctrica, y algo similar se vio tras el paso de Isidoro. Ahora sería magnífico que nuestras autoridades salieran a explicarnos con detalle cuán preparados estamos para encarar una contingencia de esos tamaños.

Luchar contra la corrupción es algo formidable, gobernar cuidando al máximo los recursos federales merece elogios, pero descuidar tareas básicas de salud y protección civil por un afán de ahorro nos parece sumamente peligroso. ¿Usted qué opina?

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