|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

A muchos les habrá gustado, pero a otros nos preocupó la afirmación que hizo el presidente Andrés López el sábado más reciente, cuando en su performance cotidiano ante periodistas ratificó que su gobierno no le declarará la guerra al crimen organizado. Lo seguirá combatiendo, desde luego, pero bajita la mano, sin los “excesos” en que habrían incurrido sus antecesores.

Nos parece un desatino esa posición porque, salvo la opinión de usted, las tres grandes raíces del elevado nivel de violencia que sufren prácticamente todos los estados del país son:

1. La impunidad, que envalentona incluso a criminales de bajo nivel y los anima a elevar la gravedad de sus acciones porque saben que difícilmente los castigarán, al menos no duramente. Casi a diario se descubren tumbas clandestinas con cuerpos de mexicanos que se cruzaron en el camino o en los intereses de los criminales. Es casi normal enterarnos de que mataron aquí o allá a una o más personas, y nunca se sabrá a ciencia cierta quién o quiénes fueron los asesinos.

Por eso es que insistiremos en que la revisión y renovación del Poder Judicial ya es cosa de vida o muerte. El castigo justo y sin excepciones debería ser sin falta el resultado de sus decisiones, pero sabemos que no siempre es así. Y hay que agregar que si la justicia no es pronta y expedita, no es justicia.

2. La pobreza también contribuye en gran medida a elevar el ambiente de criminalidad en el país. Por necesidad, por la carencia de satisfactores elementales, muchos mexicanos deciden delinquir para conseguir de mala manera lo que creen que no pueden lograr por el camino correcto. Son igualmente presas fáciles para quienes necesitan reclutar carne de cañón, manos sin cerebro que ejecuten sus planes delincuenciales. Usar la pobreza como argumento para delinquir puede parecer despreciable, pero es una realidad.

3. La degradación de principios y valores es el tercer factor más importante para agravar el clima de violencia. El colmo es que existen autoridades –jueces, magistrados o legisladores, por ejemplo– que en lugar de abogar por la preservación y fomento de esos dos factores, se dedican a contribuir para que desaparezcan, y además proclaman su esfuerzo como digno de elogio, como algo de avanzada, y presionan para que todos los estados del país sean igual de “liberales” que ellos, poniendo en lo más alto de sus “ideales” cosas como el hedonismo, el libertinaje, la falta de responsabilidades y otras conductas perniciosas que consideran parte de la libertad y los derechos humanos. ¿Así cómo vamos a tener alguna vez una mejor sociedad?

Nadie es gordo de casualidad, solemos decir cuando platicamos acerca de la obesidad y el sobrepeso de los mexicanos. Parafraseando, podemos afirmar que la violencia que padece México no es culpa de los gringos, los españoles o los guatemaltecos sino de... ¿quién cree usted?

Lo más leído

skeleton





skeleton