La serpiente, el iguano y las golondrinas
El poder de la pluma
El ataque fue sorpresivo y brutal, como suelen ser los encuentros entre predadores y presas en la naturaleza. La serpiente encontró fuera de su refugio al iguano blanco y logró engullir de un solo movimiento toda la cola de su víctima.
El iguano sabía que le iba la vida en el esfuerzo y se arrastró hasta llegar al tronco seco de kitinché que era su refugio, y hubiera entrado hasta el fondo del hueco de no ser porque los animales se atoraron en la parte donde la serpiente tenía hincados los colmillos.
Cuando el ranchero pasó cerca observó la dramática situación. No podía el iguano adentrarse más en su refugio, y la serpiente no podía terminar de engullir al reptil de cuatro patas. El hombre no quiso intervenir, sabía que uno de los contendientes luchaba por su vida y el otro se esforzaba por conseguir su alimento. Era la eterna lucha dentro de las cadenas alimentarias.
Al día siguiente por la mañana tampoco nada había cambiado. Pero ya en la tarde el ranchero decidió intervenir y, sujetando a la culebra del extremo de la cola, sacó a los dos bichos del hueco en el tocón. El iguano inmediatamente se dio a la fuga y la serpiente ahí quedó: había muerto asfixiada, en otra evidencia de que no siempre el predador es el que gana.
El hombre de campo sabe muchas cosas que ignoran incluso los biólogos. Por ejemplo, asegura que si una serpiente no consigue, por falta de destreza o de fuerza, engullir al primer intento a un iguano, ya no podrá hacerlo más porque las púas que éste tiene en la cola actúan como ganchos de un anzuelo que se clavan en las paredes internas de la víbora, impidiéndole a ésta tragarlo. Luego es cuestión de esfuerzo para librarse completamente de las fauces del reptil.
En la naturaleza sigue plenamente vigente la ley de sobrevivencia, por la que solo subsisten los más fuertes, astutos o inteligentes. En la sociedad humana esto ya no es así, afortunadamente para muchos.
* * *
El cielo es azul con nubes blancas desperdigadas y la tarde se alista a cederle el paso a la noche. Acaba de caer un chubasco y, como siempre en estas ocasiones, las golondrinas salen de sus nidos de barro y paja para volar veloces entre alegres trinos.
Se persiguen entre ellas, sus vuelos se cruzan, pero nunca hemos visto que dos lleguen a chocar. Suben, bajan, giran, desaparecen detrás de los árboles y vuelven a emerger, entre trinos ante los cuales es imposible mantener la seriedad o la tristeza.
Su actividad lúdica y vertiginosa evidencia alegría por la vida. ¿Por qué están tan alegres las golondrinas? Quién sabe, pero de tanto pensar en el tema nos llega de la nada una sospecha: Algo saben ellas que nosotros ignoramos, y eso es lo que las pone tan felices. ¿Qué será...? Quizás que la vida es solo sueño y la muerte es despertar, o que la vida es tan bella que la mejor opción es disfrutar cada instante.