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Las diferentes partes del mensaje que dio anteayer domingo el presidente Andrés Manuel López Obrador pueden tener tantas interpretaciones como ciudadanos hay en nuestro país, pero una de las frases que en lo particular a nosotros más nos gustó es cuando refrendó que el principal objetivo de su gobierno es acabar con la corrupción y la impunidad, que junto con la violencia aún campean por todo el país.

Desde luego, la corrupción no ha desaparecido a partir del momento en que él tomó posesión del cargo, sino que sigue viva y presente en casi todas las actividades de gobernantes y gobernados. Acabarla es una tarea que requiere muchos años, porque se necesitaron decenios para infectar a todas las capas sociales. Es una forma de vida para muchas personas, y eliminarla costará mucho trabajo y la participación de todos.

Por otro lado, si nos ponemos condescendientes, podemos aceptar que la demagogia y rituales del informe corresponden a una de las tareas implícitas del titular del Poder Ejecutivo, que es mantener lo más alto posible el ánimo de la población, de manera que los ciudadanos contribuyan de buen grado a que crezca nuestra república. Pero esto conlleva el problema de que el presidente crea de verdad todo lo que dice y su optimismo sea una mala base para tomar decisiones. Ése es el peligro de la frase “yo tengo otros datos”.

En nueve meses no se puede componer un país como México, que lleva décadas tolerando y fomentando la corrupción y la impunidad, pero conocer y reconocer la realidad es sin duda un punto vital, sine qua non, ineludible, para salir del marasmo que, afirma el propio López Obrador, se construyó en por lo menos los últimos seis sexenios.

López Obrador también subrayó su compromiso de seguir trabajando para la pacificación del país, una tarea que, advirtió, incluirá castigar a funcionarios que protejan o se alíen con los delincuentes.

La paz, subrayó el tabasqueño, es fruto de la justicia. Y si es así, como creemos todos, la renovación o recomposición del Poder Judicial es cada vez más urgente. Ya nadie habla de la “puerta giratoria” en la “impartición de justicia”, pero casi nadie niega que el esquema actual de ese trabajo beneficia a muchos delincuentes, que más tardan en ser detenidos y encarcelados, que en salir libres para seguir delinquiendo y perjudicando a la sociedad. Eso tiene que acabar, o no se podrá eliminar la corrupción o al menos reducirla al mínimo.

El análisis del mensaje puede ser tan largo como se quiera, pero solo déjenos rematar este comentario con la alentadora frase con que el tabasqueño rubricó su mensaje del domingo: Es una dicha enorme vivir en estos tiempos para servir a México.

Ojalá que la llamada “Cuarta transformación” sea alguna vez una realidad dentro de la cual vivamos libres de corrupción e impunidad. ¿Nos alcanzará la vida para verlo?

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