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Este domingo 6 de octubre tuvimos la oportunidad de asistir a la asamblea para elegir al nuevo comisario ejidal de Muxupip. Entre las cosas que observamos y confirmamos está que el futuro del sistema ejidal en Yucatán, y probablemente en todo o casi todo el país, es por lo menos incierto, si no es que malo.

En esa población a unos ocho kilómetros al sur de la ciudad de Motul los ejidatarios se comportaron como lo hacen sus iguales en los otros municipios del estado. Hubo conatos de enfrentamiento que se evitaron gracias a la presencia de policías antimotines, y los gritos de los diversos grupos exigiendo lo que a su parecer era más conveniente casi no cesaron en las poco más de 12 horas que duró la asamblea.

¿Qué hace tan complicada una elección interna en un ejido? “No quieren salir porque saben que están robando y no quieren que los descubran”, nos comentó un anciano que observaba todo el relajo. El viejo decía la verdad, pero ése no es desde luego el único factor. Como muchos saben, en Muxupip y muchos otros lugares la tierra ejidal está bajo la presión que ejercen empresarios que necesitan terrenos para hacer sus negocios, desde fábricas hasta fraccionamientos habitacionales.

Los problemas en los ejidos evidencian que los mexicanos carecemos de capacidad de organización, incluso para defender derechos legítimos, y no sabemos discutir ni intercambiar opiniones, así que lo que prevalece son las posiciones extremas, la ausencia de capacidad o ganas de negociación, los gritos y sombrerazos y a menudo los sillazos y pedradas.

También los empresarios que con su dinero mueven o tratan de mover los hilos de las decisiones en los ejidos son tanto o más culpables que los campesinos, pues con tal de conseguir las tierras que desean son capaces de sobornar, engañar, disuadir y corromper a los hombres de campo. Cuántas veces nos hemos sorprendido de que alguien con apellidos de abolengo, totalmente ajeno a las actividades campesinas, se convierte en ejidatario o avecindado de un ejido para poder comprar y vender tierras.

Resulta penoso decirlo, pero en estos momentos, como desde hace décadas, el campo tiene muy poca viabilidad, por dos razones fundamentales: primero, el apoyo financiero para desarrollar actividades agropecuarias es escaso, muy escaso o nulo; y segundo, nadie hace esfuerzo alguno por educar, instruir o preparar a los verdaderos ejidatarios a fin de que aprendan a sacar provecho a sus tierras, a cuidarlas y amarlas, aprovechando las condiciones y ventajas establecidas en las leyes agrarias.

Es en verdad una lástima atestiguar asambleas ejidales en las que en lugar de dialogar y proponer los grupos se dedican a gritar y ofender a todo aquel que quiera hacer uso de la palabra. Con esas actitudes bárbaras, ¿qué se puede esperar de nuestro campo? Creemos que así, nada. ¿Usted cómo lo ve?

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