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Una buena noticia encabeza la portada de este periódico el sábado 4 de este mes que se inicia. En ella se anuncia que el gobierno del estado y el Ayuntamiento de Mérida se darán a la tarea de renovar la Prolongación del Paseo de Montejo, lo que sin duda alegrará -después de superar temporales molestias típicas de este tipo de obras- a quienes suelen transitar por esa vía.

El magnate mexicano Carlos Slim Helú, de reconocido prestigio como capitán de empresa y quien ha recibido críticas porque, se dice, hizo su gran fortuna gracias al apoyo escondido de anteriores presidentes de la república, le aconsejó al presidente Andrés López que se dedique el 5% del presupuesto 2020 al objetivo de que el país cuente con más desarrollo de su infraestructura, pero, que se sepa, su sugerencia ha caído en saco roto.

El año que acaba de terminar prácticamente fue un período perdido en cuanto al crecimiento de infraestructura en todo el país, pues no hubo grandes obras que impulsen directamente la construcción de bases y plataformas que alienten al capitalista privado a invertir su dinero, por el riesgo inherente y la desconfianza en el presidente que ha dirigido el país en crisis continua.

Ahora López un día tiende una rama de olivo a la iniciativa privada general y al día siguiente hace advertencias como por ejemplo que la CFE mantendrá el monopolio de la distribución de energía eléctrica, limitando así las ganancias de las empresas que participan de buena fe en la apertura eléctrica.

A Mérida le urge infraestructura vial sobre todo, de salud, educación, para industrias, para distribución de productos básicos, etc., pero los trabajos en este aspecto no van a paso de tortuga, sino de caracol. Hace 20 años, se recuerda, se mencionó que ya urgía contar con el Anillo Vial Metropolitano, pero no hay ninguna intención al respecto, y así por el estilo en muchos rubros.

Es evidente que a pesar de que hubo o hay, se supone, un plan de desarrollo urbano a largo o mediano plazos, la capital yucateca padece serios retrasos en infraestructura y trata de resolver los problemas en este aspecto muchos años después de que ya padecemos las consecuencias muy negativas que todos podemos constatar.

Las prioridades así resultan confusas, como el sencillo caso de la calle 59 desde Mejorada al Circuito Colonias, que está en dramático estado y a la que le urge una renovación completa con más urgencia incluso que la que requiere la Prolongación de Montejo. Entre los niveles socioeconómicos pobres o miserables, y los más pudientes y acomodados, es obvio a quién le quieren dar preferencia nuestros gobiernos, ¿o no?

Como dice mi amigo David, ahí se los dejo sobre la mesa.

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