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La frase “descomposición social” destaca en el cúmulo de información, análisis y comentarios que generó la semana pasada la tragedia en Torreón, en la que un niño de apenas 11 años de edad mató a balazos a su maestra, hirió a otras seis personas en la escuela y se suicidó.

Como muchos, nosotros creemos que México vive una realidad llena de problemas, dichos y hechos negativos porque todos nos hemos olvidado de que para vivir en comunidad se requiere respetar una serie de derechos y obligaciones, y de valores éticos, morales, sociales y etcétera.

Lo hemos señalado repetidas veces, sin mucho eco, pero díganos usted: ¿quién tiene la culpa de que la pérdida de valores, y el menosprecio con que se ve a éstos, parezcan crecer siempre? Nosotros diríamos que todos, absolutamente todos.

  1. El Gobierno –los tres poderes, Ejecutivo Legislativo y Judicial– tiene culpa porque no solamente no logra la prevalencia de las leyes, inventando periódicamente otras nuevas cuando ve que no puede aplicar las que ya tiene, sino además dando ejemplo en muchos casos de cómo se puede sacar provecho de la corrupción, la violencia y la impunidad.
  2.  Las familias, porque se desentienden cada vez más de la verdadera educación de sus hijos, un asunto en el que la escuela está obligada a contribuir, en gran medida si se quiere, pero no de manera total ni solitaria, porque los padres y las madres tienen una función muy importante e insustituible en ese proceso.

Todos sabemos que en el proyecto de nación que sigue siendo México, y en un entorno laboral en que predominan los salarios bajos, todavía padre y madre tienen que salir a trabajar para mantener a sus hijos, dejando a éstos expuestos a toda clase de influencias.

  1. El sistema educativo, que luego de muchas décadas de dar tumbos sigue sin consolidarse, rehén como lo es de profesores que, por un lado, solo están interesados en ganar un buen sueldo y no en mejorar cada vez más su desempeño; y por otra parte, están sujetos a la paralizante exigencia de padres y madres que, omisos en muchos casos del papel que les toca, exigen que los profesores y sus directores traten a sus consentidos retoños como “niños emperadores”, para lo cual son capaces de armar y realizar en unos minutos una protesta pública y demandar la cabeza de los “malos maestros” que les exijan a los estudiantes así sea solo un poco de esfuerzo.

Luego de sucesos como el de Torreón, cuando muerto el niño se trata de tapar el pozo, todos exigimos que el sistema educativo cumpla cabalmente las funciones para las que se supone que fue creado, pero ¿sabe qué? Nada va a cambiar, por lo menos no a corto y mediano plazos, porque los involucrados en tan grave problema que puede llevar a nuestro país a la ruina carecemos de una verdadera disposición para hacer nuestra parte en la solución. ¿Cómo lo ve usted? ¿Tenemos razón o nos pasamos de negativos?

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