Cuando sea hora de sacar cuentas…
El poder de la pluma
“¿No quiere chocolatines, seño? Su marido siempre me compra”, dice, parada frente a la reja principal de nuestra casa, la veterana mujer.
Salgo a ver y mi esposa regresa a la sala. “¿Se acuerda de mí? Vendo chocolatines para ayudarme con el gasto familiar. Son a tres por cinco pesos”. “Deme nueve, y quédese con el cambio”.
“No patrón, le voy a dar otros tres, y le regalo uno más”, responde. Ella tiene necesidad, pero no quiere que le regale nada.
En el grupo de WhatsApp, uno de nuestros amigos nos cuenta los apuros de una familia donde el Covid-19 se llevó la vida de uno de sus integrantes. Tienen apuros para pagar los gastos funerarios, y el grupo se solidariza y rápidamente reúne lo suficiente para cubrir ese último servicio.
Cientos o miles de anécdotas contaremos cuando ya hayamos salido de esta pandemia que nos tiene a muchos –esperamos que a la mayoría– recluidos en nuestros hogares. Y cuando estemos haciendo el recuento de los pequeños actos heroicos con los cuales ayudamos a vencer la enfermedad, también nos acordaremos de que será necesario pedirles cuentas a políticos y gobernantes sobre las buenas iniciativas y los aciertos que encabezaron, y en su caso también de los desaciertos y omisiones en que incurrieron.
La petición de que nos informen cómo gastaron el dinero extra que pidieron en nuestro nombre ha de ser hecha con serenidad, sin ánimo de revanchismo, y más bien como un ejercicio que nos permita fraguar el nuevo espíritu de previsión y solidaridad que debemos obtener de esta dolorosa experiencia mundial.
¿Recuerda usted aquella frase de “nos saquearon (pero), no nos volverán a saquear?”. Esta vez deberemos decir “Nos golpeó la enfermedad, nos agarró desprevenidos, pero ya no nos volverá a golpear tan fácilmente”.
En los días y las semanas que nos falta superar sacaremos tiempo para hacer un repaso de lo que hicimos o dejamos de hacer, de los valores, actitudes y sentimientos positivos que nos han permitido sobrevivir a la pandemia, y de los errores propios y ajenos que no debimos dejar pasar; de la corrupción que toleramos y que incluso, a veces, también aprovechamos.
El recuento de los daños embonará irremediablemente con las campañas políticas rumbo a las elecciones de julio de 2021, y ese hecho matizará la percepción que los diferentes sectores sociales tendrán sobre quién sí cumplió su papel, quien tuvo un mal o dudoso desempeño, y quién prácticamente desapareció cuando empezaron los guamazos, y reapareció cual ave fénix cuando las aguas se tranquilizaron y la gente dejó de morir, literalmente.
En todo mal hay enseñanza, y el Covid-19 no será la excepción. Haremos cuentas, sacaremos conclusiones y atesoraremos las mejores experiencias, tomando impulso para remontar la empinada cuesta que nos llevará a reanudar el crecimiento que merecemos los mexicanos. Podemos confiar en nosotros mismos, ¿está usted de acuerdo?