¿Feminicidios no, pero abortos sí?
El poder de la pluma
Nos parece plausible la propuesta que hizo en días recientes el titular de la Fiscalía General de la República, Alejandro Gertz Manero, quien, con el apoyo de legisladores federales, propuso una reforma al Código Penal Federal a fin de obligar a los agentes del Ministerio Público a investigar, en todos los casos de asesinato de mujeres cometidos con violencia, si existe alguna de las razones de género que configuran el feminicidio, y aplicar en su caso una sanción de entre 40 y hasta más de 60 años de cárcel.
Ningún mexicano debe transigir en la lucha por erradicar el grave problema de la muerte violenta de tantas mujeres. Por ello, la citada propuesta legal merece aplausos y nuestra aprobación.
Dicho lo anterior, nos parece momento oportuno para exigir que no se aprueben leyes que hagan que cada día sea más fácil cometer un tipo de homicidio más grave que el feminicidio: el aborto, que en palabras directas significa quitarle la vida a un ser totalmente indefenso.
Nos parece indignante que uno de los argumentos que se esgrimen para facilitar la muerte de los nonatos sea que no debe haber obstáculos para ese crimen porque la mujer debe tener el derecho total de “hacer con su cuerpo lo que quiera”, incluso matar al ser que lleva en su seno.
Podemos coincidir en que la mujer puede hacer con SU CUERPO lo que quiera, pero el gran detalle es que la criatura que lleva en su vientre no es parte de su cuerpo, sino una persona distinta, ante lo cual debería prevalecer sin ninguna duda el derecho a la vida.
Es notorio que los activistas que defienden las libertades de la mujer nunca dicen nada acerca de los derechos de los no natos, y la gran mayoría de los medios de comunicación se abstienen de declararse contra el homicidio dentro del vientre femenino. Esos medios, funcionarios de todos los niveles y agrupaciones de activistas se sueltan hablando a favor de imponer sanciones ejemplares a quienes cometan feminicidio, pero en cambio callan vergonzosamente cuando se le quita la vida a un nonato.
Estamos de acuerdo en que las leyes incluyan excepciones para permitir el aborto, pero no lo estamos con la tendencia a hacer más laxas esas leyes.
Hay que señalar también que los gobiernos de los tres niveles rehúyen la responsabilidad que deberían tener de asignar siempre recursos suficientes no sólo para proteger a las mujeres embarazadas que no pueden, por salud u otro impedimento, dar a luz a su bebé, sino también para atender todas las necesidades de los futuros niños, pero es más fácil hacer leyes que faciliten esos homicidios. Total el afectado nunca va a protestar.
Y el colmo en este asunto del aborto es que quienes están a favor de acabar con la vida de los no nacidos exigen el derecho de presionar para que les concedan lo que piden, pero en cambio no quieren que se les dé ni el más mínimo espacio a quienes piensan diferente a ellos.