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A lo mejor sólo nos gana la preocupación o la histeria (como ya nos hizo el favor de señalarnos apreciado crítico), pero nos parece que desde hace varias semanas hay una seria falta de información verídica en medios de comunicación, mientras que la ciudadanía está tan ansiosa de saber la verdad de lo que pasa en diferentes rubros, que tiende a creer todo lo que se dice en Facebook y demás redes sociales.

La desconfianza es tal que estamos cruzando los dedos para que lo que se dice acerca de la baja en el número de contagiados y de muertos por el coronavirus sea cierto, y al fin estemos saliendo a flote. Sin embargo, hay médicos que aseguran que por cada muerto de Covid-19 que se reporta en los hospitales hay por lo menos otros dos que fallecieron por la misma causa en sus casas.

Algo similar ocurre en las cuestiones relativas a la economía nacional, donde se manejan las cifras tratando de que parezcan positivas. Por ejemplo, alguien nos dice que se recuperaron en cierto ámbito 5,000 empleos, sin precisar que en ese mismo rubro se habían perdido 150,000 por la pandemia.

Desde luego, no faltarán quienes defiendan las cifras positivas y quienes subrayen las negativas, y no nos quedará más remedio que esperar que el tiempo nos diga la verdad. Mientras tanto, permítanme un apunte más basado en testimonios que llegan desde el interior del estado, y que tienen que ver con los difíciles momentos que pasa la educación en el país.

Las improvisaciones a las que ha obligado la pandemia tienen un costo actualmente, y tendrán otros, quizás más graves, a mediano y largo plazos. Ahora mismo padres y madres de esas zonas pasan apuros para dotar a sus hijos e hijas de todo lo que necesitan para tomar las clases que precariamente les llegan por medio de la televisión. En los pequeños y medianos poblados del interior muchos estudiantes de primaria, y sobre todo de secundaria, empiezan a darse cuenta de que no podrán seguirle el paso a la modernización forzada que se aplica en la educación por culpa del coronavirus.

Ante la imposibilidad de contar con recursos para que todos estudien, muchos niños y jóvenes están quedándose a trabajar el campo con sus papás, mientras que las niñas parecen enfilarse a la negativa situación que vivían hace unos años, cuando eran siempre las sacrificadas a la hora de decidir quiénes podían asistir a la escuela: o los hijos o las hijas. Si esta versión de la que nos han advertido se concreta, estaríamos ante grave retroceso social.

Ojalá todo sean sólo conjeturas, pero nos tememos que entre los perjuicios y consecuencias que genera el Covid-19 todavía nos falta bastante por ver. Gobierno y gobernados tendrán que hacer acopio de trabajo, paciencia, ingenio y mucho sacrificio para tratar de que en unos años podamos regresar por lo menos al estado de cosas que teníamos a fines de 2019.

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