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Usted no me tachará de mentiroso si le digo que hay días y hasta semanas que nos salen buenos y redondos y otros que son malos y cuadrados. La semana que acaba de terminar me trajo varias pruebas para mi paciencia, y gracias a Dios también algunas satisfacciones, éstas por vía de los amigos.

Los líos, roces y dificultades no los busca uno, pero de todos modos vienen a nosotros. Un vecino siempre me bloquea parcialmente la salida de mi garaje, y otro vino a culparme de que se esté agrietando una pared de su casa; en ambos casos terminamos con amistosos diálogos y dispuestos a arreglar las cosas.

Esperé meses para recibir atención de un médico especialista en los consultorios de la Clínica T1 del IMSS, y me reciben con la noticia de que no hay consultas de especialistas desde hace mucho y que hable yo en diciembre para ver si ya puedo concertar una entrevista con el galeno. Por suerte no me estoy muriendo.

La atención en los consultorios de médicos familiares para quienes tienen enfermedades crónico-degenerativas (porque estamos quedando viejos, ¡qué lindo!) sigue como desde hace meses, o sea, que el doctor ni siquiera te ve, pero sí hace el favor de entregarte por medio de la secretaria las órdenes para que te den en Farmacia tus medicamentos.

Por otro lado, me toca llevar mi auto a revisión y a las 7:30 ya estoy en la agencia. A las 8 y cuarto un viejo amigo pasa por mí, me pregunta si ya desayuné, le digo que no y me invita a hacerlo en un tranquilo y bien atendido restaurantito. Luego viene una sesión de trabajo con el amigo y su atento chofer hace el favor de llevarme a recoger mi auto, que ya está listo. ¡Cómo fuera todo así!

Pero no, cada día trae nuevos retos y oportunidades, fricciones y pláticas placenteras, problemas y satisfacciones. Y no es lo mismo afrontar esas antagónicas situaciones cuando tiene uno 20 ó 30 años, que cuando ya rebasa los 50 o los 60, como éste su servidor.

Le comento a un amigo, y se lo paso al costo a usted si me lo permite, que a los 63 años menos mes y medio me acabo de dar cuenta que mi misión en esta vida no es componer el mundo (o por lo menos ya no lo debe ser), sino vivir lo más tranquilo que pueda y disfrutar cada día... qué digo cada día, más bien cada minuto, que me regala el Creador. ¿De casualidad no le pasa a usted algo parecido?

Un último dato para usted, recabado personalmente: la primera remesa de vacunas contra la influenza se ha agotado –por fortuna yo acudí los primeros días del mes– en el IMSS, así que ni vaya a su clínica a pedir que se la pongan. La recomendación es esperar los últimos días de noviembre para preguntar por teléfono si ya llegaron nuevas dosis. Recuerdo que a los 30 ó 35 años de edad me valía gorro si había o no había tal vacuna, programada sobre todo para los adultos mayores... Ahora sí estoy pendiente.

Cosas de la vida, ¿no?

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