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Hasta hace poco, el día (o la noche) de mi cumpleaños recibía yo en mi casa la visita de mis cinco hermanas menores. De los nueve hijos que tuvo mi madre, yo soy el mayor y después de mí vinieron cinco mujeres y tres varones más.

Como solía ocurrir en los pueblos pequeños, nuestro padre se preocupó por que asistieran a la escuela primaria sus nueve hijos, pero sus escasos ingresos sólo le sirvieron para tratar de darles carrera a dos de los varones, los de mayor edad: éste su servidor y mi hermanito Jorge.

Sin embargo, mis hermanitas sacaron el carácter decidido de mi padre y luego que éste murió, cuatro de las cinco estudiaron alguna carrera, con miras a tener sus propios ingresos y no depender de los inestables varones. Linda, la mayor de ellas, no regresó a la escuela, pero nunca ha dejado de contribuir al gasto familiar con la venta de antojitos regionales, como usted sabe que le decimos los yucatecos a los salbutes, panuchos, empanadas y etcétera.

Ese carácter decidido que digo incluye ser muy franca al hablar y decirle sus verdades a cualquiera, y en contrapartida saber aguantarse y no enojarse si te critican. Ahora que fue mi cumpleaños número 63, ellas y uno de mis hermanos menores intercambiaron comentarios en el grupo de WhatsApp de la familia, refiriéndose a las condiciones en que nació cada uno de nosotros. Mi mamá dijo ese día temprano que nací a las 6 de la mañana (9 de diciembre de 1957), y ahí empezaron los mensajes que incluso me hicieron reír.

Linda: Y así cuenta (supongo que se refiere a mamá) que cuando yo nací vivíamos (pagando renta) en su casa de Masloco.

Jorge: En cambio de mí cuenta que oyó un ruido en la cocina y se levantó a ver si era el gato, (y fue) cuando sintió los dolores y listo. Temprano ya estaba yo en este mundo. Hablaron a quién sabe quién (creo que a una comadrona). Vivíamos cuando eso por el campo (de béisbol, en el cabo norte del pueblo).

Juanita: Con razón saliste “cas” (abreviatura híbrida maya-español que significa “medio loco”).

Linda: En cambio yo ya casi nacía y no tenía ropa, pañales, biberones y todo eso que se necesita cuando esperas una linda niña que le pondrían de nombre Linda Olivetti. Entonces mi lindo padre agarró su rifle y se fue a cazar una venada que siempre que él pasaba por ese lugar ella alzaba su cabeza y le decía “Mátame si puedes”. Y sí, tuvo suerte y la mató. Entonces compraron pañales, ropita y todo lo que se necesitaba.

Juanita: Tuvo pero puntería.

Linda: Y también nací en casa de don Masloco, sepa quién era.

Jorge: Pos por eso están locas. El único bien soy yo.

Linda: Hermano (dirigiéndose a mí), puedes hacer un relato con mi nacimiento, ¿más si no?

Ah, que mis hermanitas y hermanitos, cómo los voy a extrañar esta Nochebuena y Navidad, cuando por culpa de la pandemia no haremos la fiesta familiar acostumbrada desde hace décadas. Que Dios las y los cuide; ya vendrán tiempos mejores.

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