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Alguien dijo por ahí que la ignorancia es la felicidad, con lo que quería asentar que ignorar los problemas puede ayudar a que nos afecten menos. La frase en realidad es muy dudosa.

Hay que reconocer, sin embargo, que nos gustaría no saber que todos los días son asesinados en nuestro país cientos de personas, y que el problema es tal que muchos optan por fingir que nada saben de él. Tampoco podemos olvidar que la creación de la llamada Guardia Nacional tenía entre sus principales objetivos reforzar la vigilancia y la seguridad nacionales, pero ahora sus integrantes hacen de todo, desde trabajar como albañiles hasta custodiar material electoral y cuidar el orden en jornadas de vacunación.

Por otro lado, el apoyo al campo es cada vez más reducido, y el único programa federal importante que ha permanecido en Yucatán es el llamado “Peso a peso”, en el que, por ejemplo, un pequeño ganadero que quiera comprar una picadora de zacate tiene que aportar unos 10,000 (algo muy difícil para la mayoría) para que el gobierno le dé la otra mitad y pueda contar con ese aparato clave para mantener con vida a los animales en la época de sequía.

Alguien podría tratar de rebatir esa falta de respaldo, citando por ejemplo que hace unas semanas el representante del gobierno federal en el estado encabezaba la entrega de apoyos en efectivo a pescadores, ancianos y gente de campo. Hablaba de miles de personas beneficiadas, pero hay que indicar que la ayuda en cada caso se reducía a unos 500, 700 ó pocos más pesos por bimestre, y de todos modos no había seguridad de que se mantendrá la periodicidad de la ayuda.

Ni el alto índice de inseguridad, ni la falta de o nulo apoyo a las actividades agropecuarias son asuntos nuevos, sino que los venimos arrastrando desde hace sexenios. Poco hicieron los gobiernos priistas en sus décadas en el poder y los panistas en sus dos sexenios, el de Fox y el de Calderón.

El PRI y el PAN sembraron esperanza con sus incontables anuncios para lograr una mejor distribución de la riqueza. Lo cierto es que la realidad dista mucho de lo que se prometió, lo que enfadó tanto a los ciudadanos, que éstos se aferraron al clavo ardiente de las promesas del emergente líder Andrés López, quien al tercer intento logró al fin llegar a la Presidencia de la República: Se veía y se sentía la posibilidad de lograr, al fin, un verdadero cambio.

Desafortunadamente la transformación que tanto anhelamos los mexicanos todavía parece muy lejos. Todavía más ciudadanos perderán la vida o trabajarán con escasa recompensa antes de que algo cambie en este tan amado como sufrido país.

Ahora mismo podríamos revisar lo que están haciendo los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y aunque lo hiciéramos con mucho ánimo y espíritu positivo, pocos motivos de sonrisas encontraríamos. ¿O usted cómo lo ve?

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