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Parece que el presidente Andrés Manuel ha olvidado muy pronto toda una vida en la oposición, pues en días pasados ha tachado de “radicales de izquierda” y “rebeldes sin causa” a quienes se manifiestan en contra de sus proyectos.

No solo los fifís y conservadores tradicionales que desprecian el Estado laico y quieren mantener privilegios, sino que ahora también señala como enemigos a aquellos que, distantes del centro que representa Obrador en el espectro político, se identifican más con la izquierda y cuestionan las actuaciones del Ejecutivo.

El proyecto que motivó las propuestas contra AMLO es la puesta en marcha de una termoeléctrica en Morelos. El gobierno de la República argumenta que, de no echar a andar esas instalaciones, la Comisión Federal de Electricidad tendría que seguir comprando energía al extranjero, lo que representa un gasto anual de aproximadamente cuatro mil millones de pesos para la Federación.

Sin embargo, grupos ambientalistas, comunidades indígenas y lo que el presidente cree que es una oposición fabricada, se han manifestado en contra del proyecto por las aparentes consecuencias ambientales que podría tener, principalmente por la cantidad de agua que requeriría la termoeléctrica para funcionar.

López Obrador está en todo su derecho de defender el proyecto de su gobierno y argumentar todo lo que le sea posible a favor del mismo. Lo que no es viable es descalificar a todo aquel que se manifieste en contra de sus decisiones: hasta entre la oposición hay niveles y clases.

No es lo mismo el evidente golpeteo mediático o partidista, que busca protagonismo con señalamientos contra el gobierno que rayan en lo absurdo (que de eso hay mucho, proveniente de una nula y desorganizada oposición), que el reclamo con sustento de diversos sectores sociales que se verían afectados por el actuar del presidente.

Andrés Manuel no debe olvidarse que aquellos que llama “radicales de izquierda, que no son más que conservadores”, fueron parte importante de su vida política antes de ganar en 2018.

Gracias a esa izquierda es que Morena, su partido político de centro, se nutrió de personalidades con amplísima formación política, como Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Cámara de Diputados, o Paco Ignacio Taibo ll, titular del Fondo de Cultura Económica. De no ser por los “radicales de izquierda”, difícilmente ni Morena, ni el Gobierno Federal tendrían los programas y proyectos sociales que hoy son aplaudidos incluso por quien escribe estas líneas.

Ojalá esto no sea el inicio de la descalificación generalizada de todo tipo de oposición.

Por cierto, sería bueno preguntar al Ejecutivo por qué la consulta sobre la termoeléctrica solo se llevará a cabo en Morelos.

Se van a utilizar recursos federales, de todos los mexicanos. ¿No por eso las consultas sobre el aeropuerto y el tren maya se realizaron en todos los estados? ¿O debieron ser también solo consultas locales?

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