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Morena ganó las elecciones del domingo, de eso no hay duda. Puebla y Baja California se van para el oficialismo, las diputaciones en Quintana Roo se vuelven obradoristas. Y aunque en Tamaulipas el PAN ganó 21 de 22 alcaldías y tuvo resultados nada despreciables, Morena terminó por imponerse.

Sin embargo, hay una gran diferencia entre las elecciones del año pasado que llevaron a AMLO a la Presidencia y las que acontecieron hace apenas dos días. Una diferencia numérica que proclama, como se dice en el argot electoral, un gran ganador: el abstencionismo.

Porque si, Barbosa -el candidato impuesto por Yeidkol Polevnsky- es el virtual ganador y próximo gobernador de Puebla, logró su victoria con apenas un 32% de la participación ciudadana. El mismo nivel de participación hubo en las demás entidades federativas en donde se renovaron cabildos, congresos locales y la otra gubernatura. En ningún estado la participación ciudadana se comparó o llegó siquiera a un nivel cercano al registrado en las elecciones del año pasado.

¿Será acaso que el temor y la esperanza, dicotomía fundamental para las presidenciales anteriores, en Obrador fue lo que detonó una participación histórica? ¿La ausencia del tlatoani de las boletas hizo mermar la participación? ¿O es acaso muestra del desencanto definitivo por la política mexicana lo que ocasionó este abstencionismo en los estados que celebraron comicios? Cualquiera que sea la respuesta, lo que es certero deducir es que, una vez más, la participación -o ausencia- de la ciudadanía en las urnas fue lo que definió el panorama político de estos estados. La victoria de Barbosa, por ejemplo, es indiscutible y rotunda frente al candidato panista, pero es resultado de los morenistas saliendo a las calles a votar en masa y no de un ejercicio democrático concurrido y de mayorías absolutas. Un triunfo limpio y decidido en medio del desierto.

Así que de estas elecciones podemos decir que, contra todo pronóstico conservador, Morena se reafirma como la primera fuerza política del país, que los morenistas no van a dejar de salir a votar y con ello definir elecciones y que la participación ciudadana fue a la baja, demostrando una vez más que el mexicano se queja de todo, pero no participa cuando debe hacerlo.

Hay rumores de que un tal PRI participó en las elecciones. Y debe ser un rumor, porque de él ni sus luces. Apenas pudo hacerse sentir en Durango con diez alcaldías y una en otras entidades. Muy probablemente no pierda sus registros, pero es una especie al borde de la extinción.

Extra: recordando lo hablado en la Comala del Sureste en semanas pasadas, anteayer, visitando Dzibilchaltún con unos familiares, hablábamos sobre los mayas destruyendo su entorno y abandonando ciudades por deforestación, sequías y estragos ambientales. La historia no cambia y quienes no la conocen están condenados a repetirla. O nos corregimos o nos condenamos.

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