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El primer informe del gobierno de la cuarta transformación no distó prácticamente en nada de las mañaneras a las que nos tiene acostumbrados el presidente. Pareció más una síntesis redundante, una supermañanera de dos horas que arrojaba muchos viejos discursos y pocos datos nuevos. Cifras de becas para “jóvenes construyendo el futuro”, reestructuración de deudas del Infonavit, programa sembrando vida y sobre todo mucho, mucho combate a la corrupción y a la impunidad, fueron los pilares del discurso presidencial.

Y sí, poniendo de manifiesto que estos programas ayudan a transformar un país y cambiar la realidad de miles de familias, se dejó lamentablemente de lado, como disfrazándolos, los yerros cometidos por este gobierno y su nulo avance en áreas vitales como la salud y la seguridad pública. Hacer mención escueta de ello no es suficiente para quien dedicó tres cuartas partes de su discurso a las loas y la autocomplacencia. Faltó profundizar y explicar a la sociedad -para eso es un informe- qué se ha hecho o cómo se hará.

Pero quizá lo más importante del domingo ocurrió fuera del espacio seguro de Andrés Manuel, fuera de Palacio Nacional, donde sus allegados aplaudían cada dos por tres. En el Congreso General, donde López Obrador debió comparecer -¿su ausencia no era lo que tanto criticaba a Peña y Calderón?- diputados y senadores se enfrentaban por la instalación de la mesa directiva de la Cámara Baja, que tendrá de nueva cuenta a Porfirio Muñoz Ledo como presidente, entre discursos, gritos y pancartas. Curiosa fue la intervención de Ricardo Monreal, senador morenista que busca ocupar cada vez más lugares en su partido, no por sus frases comunes sin nada especial o nuevo, sino por criticar a la actual oposición por “no comportarse a la altura”. Ya se le debió olvidar cuando la otrora oposición y hoy gobierno tomaba tribunas o abandonaba el pleno. Qué vueltas da la vida.

La que sí sorprendió, por lo duro de su discurso, fue la senadora priista Beatriz Paredes, cuando dijo al oficialismo que “ganaron una elección, no la revolución”, además de abogar por el federalismo y el respeto a los medios de control constitucional. Hubo más contenido en los debates del Congreso, que en el gran resumen mañanero de Obrador.

Extra: propuso el secretario de Seguridad Pública federal dos cosas que demuestran, una vez más, ya sea el desinterés por el Estado de Derecho o el desconocimiento de la ley por los altos servidores públicos: reformar -otra vez- el 19 constitucional para aumentar los delitos con prisión preventiva oficiosa, violando derechos humanos y presunción de inocencia. También van por dotar a la Guardia Nacional de facultades de investigación que, por seguridad jurídica, debiera permanecer siendo exclusiva del Ministerio Público, una institución las más de las veces autónoma y no dependiente formal del Ejecutivo, como sí lo es el nuevo cuerpo de seguridad. Así las cosas.

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