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Más allá de la figura impecable y de moral impoluta, los políticos debieran ser honestos y congruentes. Valen más estos dos últimos valores que cualquier pose o proyección de prohombre y súper humano que se quiera demostrar a punta de selfies y propaganda.

Si fuera la honestidad la que imperara en muchos políticos, no habría excusas o francas falacias para con la ciudadanía, como esa que afirma que hubo un recorte federal al presupuesto de Yucatán que lesionó las finanzas públicas del estado para este 2020 y que, como medida de compensación y para garantizar algo tan importante como la seguridad de los yucatecos, hubo que aumentar costos de derechos, anunciar que viene un reemplacamiento en marzo y nuevas contribuciones para los ciudadanos dueños de predios y otras para los hoteleros.

Sabrá usted, estimado lector, que el presupuesto anual de nuestro estado se conforma casi en su totalidad de lo que las autoridades locales recauden y lo que la Federación destine, según ciertos criterios de la ley, a cada estado de la República de forma proporcional. Ese dinero es con el que debe saberse administrar un gobierno, ni más ni menos. Lo curioso es que si uno compara el Presupuesto de Egresos federal de 2019 y el de este nuevo 2020, podrá percatarse de que a Yucatán no solo no le recortaron un peso, sino que los recursos que le corresponden al estado aumentaron sustancialmente.

Es una triste falacia, si no es que una total mentira, que lo que por ley le corresponde al estado haya disminuido. De hecho, en su misma Ley de Ingresos 2020 el gobierno yucateco previó un aumento considerable en el recurso que entraría a las arcas del estado. ¿Qué disminuyó, entonces? El Gobierno Federal destina ciertos recursos extras a los estados para determinadas obras, como carreteras, puentes e infraestructura diversa. Gran parte de esos recursos no tenían reglas de uso y los gobiernos locales lo empleaban a su antojo, a veces incluso para fines opuestos. Lo que hizo el gobierno federal fue etiquetar el dinero, poner reglas claras y no permitir el uso discrecional de un dinero extra. Si la Federación recortó presupuesto, no fue a Yucatán.

No hay entonces motivo para cobrar más a los yucatecos ni obligarlos a un reemplacamiento. No hay motivo para nuevas contribuciones, toda vez que el presupuesto hasta aumentó. ¿La excusa es la seguridad? ¿No para eso los diputados aprobaron, a petición del gobierno local, una deuda a 20 años por 2 mil 600 millones de pesos? Y no se sorprenda usted, pero cuando más recursos se quieran, las voces de seguridad, paz y hasta turismo rondarán los discursos políticos. Son las cartas mágicas que todo lo pueden.

Solo nos queda pensar que o la honestidad y la congruencia se quedaron varadas en algún viaje al extranjero o no hay un conocimiento básico de administración en las finanzas públicas. Atrás en el tiempo se ven las promesas de cuidar el bolsillo ciudadano y algunos de quienes, siendo oposición, criticaban las políticas del tricolor, hoy siendo gobierno las justifican.

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