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En días pasados, AMLO vino a supervisar los avances del Tren Maya en nuestra entidad. Estuvo acompañado durante los actos protocolarios por el gobernador Mauricio Vila. En las ceremonias, el mandatario federal recalcó que la vacunación alcanzaría a toda la población de adultos mayores y que era posible que, al igual que en Campeche, el magisterio yucateco fuera también vacunado para que pronto nuestra entidad pudiera retomar clases presenciales. Esto tuvo el visto bueno y apoyo del gobernador Vila, quien considera que proteger a los maestros y las maestras yucatecos sería un avance significativo en la vacunación local.

En no pocas columnas y espacios, quien suscribe estas líneas ha manifestado su rechazo enérgico a este tipo de estrategias que, además de tener apariencia electorera, carecen de todo sentido lógico para mitigar los contagios por Covid-19 en Yucatán. Vacunar a las y los maestros es vacunar a un sector no esencial en el panorama actual. Lo mismo daría vacunar a abogados, arquitectos o ingenieros, quienes por la naturaleza de su trabajo no se encuentran expuestos directamente al coronavirus ni sus labores los ponen en peligro considerable de contagio. En cambio, hay miles de elementos del personal de salud, tanto en Yucatán como en el resto de la República, que al día de hoy siguen sin recibir su segunda dosis o, peor aún, ni siquiera han recibido la primera, aun cuando se encuentran luchando directamente contra el covid. Lo mismo ocurre con, por ejemplo, los miles de médicos generales que atienden a quienes presentan los primeros síntomas y que sin saberlo quedan expuestos al virus, pero que han sido relegados en el plan de vacunación nacional. No pocos médicos generales han enfermado por realizar su labor día a día, sin que las autoridades hagan nada para protegerlos.

Igual de ilógico es el criterio de seguir diferenciando entre personal de salud público y privado, pues en los momentos más duros de la pandemia han sido los hospitales particulares los que han desahogado en cierta medida a las instituciones de salud públicas, estando sus espacios y sus trabajadores también en contacto directo con el virus.

Es por ello que, dejando de lado a los adultos mayores -sector especialmente vulnerable al covid-, no me parece que se pretenda vacunar a una parte de la población que no tiene la necesidad de ser vacunada actualmente, mientras existen en el país -y específicamente en Yucatán- médicas y médicos que no han recibido siquiera la primera dosis de la vacuna. Es muy claro, pero se remarca por si es necesario, que ésta no es una posición en detrimento del magisterio o que pretenda menoscabar sus derechos, sino una cuestión lógica y congruente, en la que se requiere que el personal de salud (que incluye a todos los que trabajan en clínicas y hospitales, incluido el de limpieza) sea protegido antes que quienes realicen cualquier otra actividad. En ese sentido, lo ideal es que los miembros de cualquier otro gremio profesional u oficio sean vacunados según los criterios de edad o comorbilidades planteados por la Secretaría de Salud y los organismos internacionales.

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