El embiste presidencial

Héctor López Ceballos: El embiste presidencial

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Las recientes declaraciones del Jefe del Ejecutivo Federal demuestran, una vez más, que el único ungido para sacar adelante a México, es él. O al menos eso es lo que debe rondar en la cabeza de Andrés Manuel, quien a diestra y siniestra lanza ataques contra quienes considera que son la causa de los males de México. Vamos por partes.

En un movimiento irrisorio y desesperado, López Obrador y sus colaboradores plantean que la causa de que cada vez haya más menores involucrados en el crimen organizado, es el uso de videojuegos. No es la pobreza, la desigualdad social, la falta de oportunidades o el crecimiento exponencial que los grupos criminales han mostrado ante la incapacidad -o apatía- del Gobierno para hacerles frente. Para AMLO, los videojuegos y las redes sociales (esas que tanto bendice) son centros de reclutamiento masivo, en donde los jóvenes sin criterio, gracias al descuido e indiferencia de los padres, sucumben a las redes del narcotráfico. Aunque la posibilidad de jugar en línea, de hablar con desconocidos y de caer en manos del crimen organizado existe desde hace no menos de 15 años y aunque ello no explica el drástico incremento de menores en hechos delictivos, para el Presidente el problema es ese. La responsabilidad, por supuesto, no es de él.

En otra de sus declaraciones, López Obrador señaló a la UNAM como una institución que hay que “limpiar”, pues aparentemente el “pensamiento neoliberal” tiene predominancia entre la comunidad universitaria. A AMLO le molesta que la Máxima Casa de Estudios de la nación no lo secunde en sus proyectos y decisiones, y prefiere rememorar (y compararse) con aquellos tiempos en que la UNAM protestaba y mostraba gran fuerza política. Se le olvida al Presidente que esas protestas iban precisamente en contra del Gobierno y no como comparsa del oficialismo. ¿Por qué extrañarse entonces de que entre la comunidad universitaria haya críticos al Gobierno? ¿O es que sólo respaldando a la 4T se puede uno considerar objetivo, antineoliberal o “del lado de México y la gente”?

Lo mismo ocurre semana tras semana cuando, desde el púlpito presidencial, se ataca asimétricamente a cuanto medio o espacio ose criticar al oficialismo. Por supuesto que hay ejemplos sobrados de personajes que de manera nada objetiva o con agendas claras atacan al Presidente, pero él embiste desde la institucionalidad del Estado Mexicano cada vez está más cerca de cruzar la línea de no retorno. El “quien es quien en ‘las mentiras’ de la semana” no dista mucho del filtro que Gobernación aplicaba en los momentos más duros para la libertad de expresión. El método es quizás distinto (se permite publicar), pero el fin es similar (se avasalla con la institucionalidad a quien opine contra la Institución).

Resulta un poco contradictorio que un personaje que llegó al poder por ser oposición, por mostrarse crítico del sistema, hoy vocifere contra quienes disienten de la manera en que se aplica su proyecto de nación. Podría pensarse que, incluso, al Presidente le dio por asumirse como la única voz o intérprete autorizado del pueblo y el clamor popular

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