|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

El cine mexicano no es únicamente la comedia boba y sin sentido, también genera cintas de calidad y llenas de crítica social y oferta temática, así como estética visual y preciosismo imaginativo, como en el caso de “Niebla de Culpa”, escrito y dirigido por Francisco Laresgoiti, que viera la luz en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato en 2018.

Se trata de un dramita muy ágil, que habla del analfabetismo. Una cinta realizada en blanco y negro, con la peculiaridad de que concluye en colores, según Laresgoiti, para dejar respirar al espectador con el colofón. La fotografía tiene un peso bien agradable en la historia, porque obliga al espectador a mantenerse concentrado y enfocarse plenamente en la reflexión.

La música de la película, de Gerardo Australia, permite al espectador introducirse más y más en la compleja historia de Yolanda (Alma Moreno), una mujer analfabeta que viaja a la Ciudad de México para trabajar, haciéndose cargo del bebé de Amanda y Hans, un matrimonio que tiene que viajar lejos de casa. El filme está contado de tal manera que ejemplifica el mensaje de principio a fin. Al concluir, tendremos perfectamente clara la crítica del director a la exclusión social de las personas que todavía padecen analfabetismo.

Apoyado en un argumento que envuelve a quienes estamos en la butaca y nos fraterniza con Yolanda, pues nos lleva de la mano con ella a través de una serie de acontecimientos que la van hundiendo de a poco en una bola de nueve que crece y nos lleva consigo, siempre al lado de la protagonista en su desdicha.

“Niebla de Culpa” es una cinta muy bien llevada, tanto en el plano técnico como en el artístico, la actuación de sus histriones es bastante convincente, incluso el trabajo de Marina de Tavira –aunque breve, bien llevado- y en ello se nota la mano del director; sin embargo, en muchas ocasiones, a lo largo de sus 72 minutos de duración, aparecen secuencias evidentes y que ponen un toque predecible en el filme.

Una cinta bastante recomendable, que invita a la charla y la reflexión, actividad que seguramente no podrá evitar al salir de la sala.

Solo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico [email protected] o sígame en mis redes sociales “CinematografoCeroCuatro” en Facebook y “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.

Lo más leído

skeleton





skeleton