'Asfixia', un filme transgresor
El poder de la pluma
El paso del tiempo va arraigando costumbres y tradiciones en todos los aspectos de la vida, incluso en el cine. Así, películas carentes de calidad (histriónica, técnica o artística, en términos generales) consiguen vender, apoyadas de grandes campañas publicitarias, cantidades inverosímiles de boletos en taquilla, un mal del que hoy en día adolece el cine mexicano. Las grandes comedias bobas mexicanas han acaparado las marquesinas de las salas nacionales y han convencido a la gente de que las historias huecas divierten (y también adoctrinan, aunque no lo parezca). Para respiro nuestro, de vez en cuando se estrenan filmes que se salen de esa lógica (poco agradable) como “Asfixia”, de la cineasta tapatía Kenya Márquez.
“Asfixia” es en este momento una cinta transgresora por dos aspectos esenciales. Primero, porque rompe con la constante de los últimos meses de cintas mexicanas, que en su mayoría habían utilizado la comedia como el vehículo para transmitir su hueco discurso, y segundo, porque se sale de la temática de romance predecible que habíamos tenido que ver en las últimas semanas, poniendo sobre la mesa el debate vital de las mujeres después de prisión.
Kenya Márquez detona en su discurso visual una serie de elementos que llevan al espectador a pensar en un mundo distinto al clasemediero que nos han acostumbrado los filmes antes mencionados. Comienza por captar a un personaje sui generis, con una carga emocional muy grande, resultado de la marginación social por la falta de recursos, por el maltrato familiar y también por su apariencia. Se trata de Alma (Johana Fragoso Blendl), una mujer albina que está saliendo de prisión y que decide reorganizar su vida, salirse de complicaciones, pero, sobre todo, recuperar a su hija, que se ha quedado en custodia de su ex pareja, un golpeador muy agresivo que no se la quiere entregar.
El entorno que envuelve a Alma limita sus expectativas, sin embargo consolida la efectividad de un relato, que da para mucho más, aunque la forma en que la cineasta tapatía nos lo presenta sienta las bases para considerarlo de muy buena calidad, tiñendo el ambiente de una atmósfera lúgubre y decadente.
En suma, es un filme recomendable, que, luego de tanto discurso superficial y de historias predecibles y sin grandes aportaciones, pone su granito de arena con un tema novedoso, que, por cierto, nos permite valorar el largometraje.
Solo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico [email protected] o sígame en mis redes sociales “CinematografoCeroCuatro” en Facebook y “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.