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¿En esta época se escuchan mensajes de paz y amor por doquier, las notas publicitarias de las compañías van en el mismo sentido, nos invitan a compartir, a promover la concordia, la armonía, la felicidad, la alegría, el amor y a ser generosos con quienes son menos afortunados que nosotros.

Podríamos decir que este mes hace que casi toda la humanidad se ponga en disposición de ser mejor persona.
Pero a pesar de los buenos deseos, en los medios nos informan que no cesan los robos, la violencia, los abusos, los crímenes, etc. ¿Acaso no son efectivas las campañas de buena voluntad?

Aunque parezca contradictorio, acciones como éstas tan solo revelan nuestra fragilidad humana. En el mundo coexisten la bondad y la maldad, el gozo y el dolor, inevitablemente nos toparemos con ellos a lo largo de nuestra vida.

Sabemos que la mayoría de los males son fruto de las malas elecciones que hacemos, y aunque al hombre con sus potencias de inteligencia, voluntad y libertad le es posible conocer el bien, quererlo y elegirlo, a veces nuestras elecciones no son certeras, ponen de manifiesto –eso sí– cuán libres fuimos creados.

Por las redes sociales circula un mensaje quecuestiona a Dios ¿Porqué no estás aquí para acabar con los males que aquejan a la humanidad? Creemos imaginar su respuesta: ¡No me dejan!

Él nos regaló la libertad y no nos creo cuales títeres programados para una cosa, sino que nos dotó de facultades superiores que no poseen los animales, por lo cual inducir a toda la humanidad a elegir otra cosa que no fuera el bien sería contradictorio y, por otro lado, querer que Dios elimine a las personas que obran mal atentaría contra su misericordia y perdón.
El día de la Navidad Jesús nos recuerda que nace de nuevo; para quienes creemos en su palabra, confiamos que vino a salvarnos, no a exterminarnos. Aprovechemos la oportunidad de renovarnos, de hacer una reflexión que le dé sentido a nuestras vidas.

¡Cristo ha nacido! Y con Él, nuestra esperanza de que sí es posible un mundo mejor, Cristo transforma todas las cosas y hace posible vencer el mal con el bien, lo ha demostrado, pues sólo Él es capaz de hacer todas las cosas nuevas.

Su nacimiento nos promete la salvación, más allá de los buenos deseos, de la paz, la fraternidad y todo lo bello que despierta el pesebre, nuestra mirada debe dirigirse a que gracias a su encarnación Dios nos redime a todos.

Nadie puede evitar el sufrimiento, es parte de la vida misma, pero sí podemos cambiar el sentido que le damos, con Jesús la carga es ligera, él mismo nos dice “Vengan a mí todos los que estén cansados y agobiados”.

¿Funciona? Pues es una invitación a probar… nos encontramos solos lidiando con nuestros pesares o los compartimos con Él y vemos qué pasa.

El papa Francisco nos recuerda que “Donde nace Dios, nace la esperanza. Donde nace Dios nace la paz. Y donde nace la paz, no hay lugar para el odio ni la guerra”, y si de algo está necesitado este mundo es de paz.

Que en nuestro hogar celebremos cada día una noche de paz. ¡Feliz Navidad!

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