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No cabe duda que estamos en la era de los eufemismos, en donde la corrupción del lenguaje ha sentado sus reales para disfrazar la cultura de la muerte.

Los llamados “derechos reproductivos” son un claro ejemplo, toda vez que el vocablo sugiere el derecho que tienen las personas a reproducirse, a multiplicarse, a ser fecundos; sin embargo, para algunas personas significa completamente otra cosa y además contraria a lo que cualquiera pudiera entender, como cuando se usa para enmascarar el exterminar.

Los activistas de los “derechos reproductivos” constantemente están pidiendo el aborto como si fuera un derecho, y cuando se sabe que el aborto es la muerte de un ser humano inocente, claramente cambia el sentido de lo que a derecho nos referimos.

El derecho que está en juego es el de la salud, y cuando hablamos de la vida reproductiva nos referimos al antes, durante y después de haber gestado una vida, con lo cual la salud habla de preservar la vida, no de terminarla.
¿Cómo es posible que la agenda abortista siga avanzando?

Habiendo tantas personas que defendemos el derecho a la vida resulta incomprensible; pareciera que no somos la mayoría, y lo somos, pero se intenta acallar las voces que se alzan por los que no tienen voz.

La “Marcha por la vida” que se llevó a cabo en Nueva York, como cada año, es un vivo ejemplo de ello, miles de personas se manifestaron y en los medios de comunicación se hizo mutis de esta noticia; sin embargo, al día siguiente otra marcha de mujeres con la posición contraria a la vida recibió los reflectores como para demostrar que allí está la mayoría.

Lo cierto del caso es que en este tema hay muchos intereses de por medio, pareciera que el poderoso señor don dinero es quien controla el asunto y para ello se han tejido muchas historias que lo justifiquen.

Quien inequivocamente está en el fuego cruzado es una madre y un hijo en gestación.
Sin soslayar el derecho que tienen todas las personas a tomar sus decisiones, ello no implica que la decisión correcta sea desaparecer a quien nos “estorba”; es verdad que si una mujer no desea ser madre no se le puede obligar a ello, pero no debería por esta razón contar con una licencia para matar, ¿no sería mejor permitir que este bebé naciera para darlo en adopción?

En casi todos los países se cuenta con causales que despenalizan el delito de aborto bajo algunos supuestos, como es el caso de la violación, y aunque no compartimos que un bebé reciba la máxima condena por un crimen que no cometió, lo menos que podríamos esperar cuando esto sucede es que la violación no quede impune, que se demuestre y se persiga al violador, cosa que ahora no ocurre dada la NOM-046.

Nueva York acaba de dar un paso atrás hacia el futuro, negando el nacimiento de quienes pudieran ser sus ciudadanos, toda vez que aprobaron el aborto en cualquier momento de la gestación.

Penosa decisión y todavía más que lo festejen como si fuera un acto progresista, cuando a todas luces es al revés.

En México se cierne la misma sombra que amenaza a los bebés de nuestro futuro, de lograr pasar la iniciativa promovida por la diputada Lorena Villavicencio estaríamos frente a un genocidio bajo la complacencia de aquellos legisladores que voten a favor.

Las leyes están para proteger y no para agredir, y el derecho a la vida es el primer derecho que da origen a todos los demás.

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