|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Las neurociencias han avanzado de tal forma que hoy día gracias a recientes investigaciones es posible determinar cómo el afecto juega un papel importante en las interacciones del individuo.

Estos intercambios durante la infancia permiten al niño aprender y desarrollarse, y cuando un pequeño es sometido a estrés y ausencia o carencia de afecto su desarrollo y aprendizaje se impide.

El afecto logra literalmente “encender” el cerebro. Diversos especialistas han compartido sus hallazgos; a decir de la psicoanalista Ana María Serrano, la interacción papá-mamá-hijo es tan valiosa que se podría decir que instala en el pequeño un programa para la regulación de la salud y de la conducta.
Siendo el afecto la materia de nuestro interés, también se ha encontrado que el cerebro del bebé necesita ser estimulado para que vaya madurando de manera evolutiva; mediante el afecto se regulan los procesos de pensamiento, movimiento, lenguaje, conducta e incluso la autorregulación.

Se ha verificado que en una relación de afecto el pensamiento es coherente; que el deporte brinda mayor diversión cuando se hace en compañía de papá y mamá o hermanos, y que el lenguaje se potencia no solo con las palabras sino también con la comunicación no verbal.

También, que de una regulación afectuosa de los padres se va dando la autorregulación del individuo y que incluso hay un efecto metabólico que incide en la salud cuando el pequeño es crecido con amor y cuidados cariñosos.

Otro investigador que ha compartido sus hallazgos es el Dr. Alan Schoore, quien con el apoyo de las neurociencias midió qué es lo que ocurre cuando hay un intercambio de miradas entre papá y mamá con su bebé para descubrir que los cerebros de todos se conectan como si tuvieran bluetooth, ya que se generan hormonas que favorecen el aprendizaje, la concentración y el bienestar en general.

Del mismo modo se puede decir que cuando un niño es sujeto de rechazo, abandono o negligencia su desarrollo se daña, así como su capacidad para adquirir las herramientas de quien crece en un ambiente de paz, armonía y ternura.

La etapa de gestación también debe cuidarse, pues contrario a lo que muchos piensan, en esta fase también se va marcando lo que será su desarrollo futuro.

El abuso de un menor durante la primera infancia tiene funestas consecuencias, el daño provoca violencia y muchas veces crece incapacitado para sentir empatía, por lo cual las acciones que lastiman a otros a ellos les son indiferentes.

Estos hallazgos lo que resumen es que para un menor de edad crecer bajo el cuidado cariñoso de sus padres es importante, y aunque esto puede ser razón de mayor estrés para algunos, otros hacen malabares para prodigar esta atención que sus hijos necesitan.

Sabemos que la dinámica de los hogares ha ido cambiando, los papás tradicionalmente llevan el sustento al hogar, sin embargo cada vez más mujeres se incorporan a la actividad laboral o por ser jefas de familia o por apoyar la economía, por lo cual los chicos quedan bajo el cuidado de terceras personas, pero otros más se quedan solos durante mucho tiempo.

El gran reto para educar cariñosamente a los hijos es poder encontrar un equilibrio entre el estrés que supone estar fuera del hogar, el trabajo, la presión del ambiente o la vida misma, y llegar a educar, convivir y prodigar la atención amorosa que los chicos necesitan aunque el tiempo de convivencia sea escaso.

Los papás bien podríamos establecer rutinas que nos permitan liberar el estrés y apoyarnos de cultivar la red de familia que incluya a abuelos, tíos, primos, padrinos, etc., ello permitirá extender el vínculo afectivo tan importante para su desarrollo. No olvidemos que la ciencia ha demostrado que el afecto es un gran factor de protección.

Lo más leído

skeleton





skeleton