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Ayer se conmemoró el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión, fecha elegida por las Naciones Unidas para crear conciencia sobre el dolor que sufre la infancia en todo el mundo cuando son heridos con maltratos físicos, mentales y emocionales, pero sobre todo para que unidos podamos poner fin a los ataques contra estos pequeños.

Sin irnos lejos, Yucatán no es ajeno al flagelo de la violencia contra los menoresque vive el mundo.

Hay niños que sufren agresiones en primera persona, fuertes y dolorosas como lo son la omisión de cuidados, el maltrato físico y el abuso sexual, y se hace urgente y necesario acciones para acabar con estas prácticas. Sin ánimo de minimizarlas, queremos también reflexionar sobre otra clase de violencia que quizá es más sutil, pero que les lastima casi tanto como cuando han sufrido la agresión en propio cuerpo, nos referimos a la exposición de sus personas, sea con fotos o ventilando datos personales que permiten su rápida identificación.

En este punto, como sociedad podemos unirnos para que en un esfuerzo conjunto se pueda terminar con esta forma de revictimización de la que muchos podemos ser causa o efecto.

Si vemos el marco jurídico, de muchos es sabido que por ley los datos confidenciales se deben proteger; que hay que tratar a cualquier persona que enfrente un proceso con presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario, que no se deben publicar fotos de menores, que la referencia a nombres se debe hacer con iniciales, etc…pero también sabemos que algunos medios incumplen la legislación y las normas, lo que favorece que las víctimas sean nuevamente expuestas, localizadas, identificadas, señaladas e incluso que enfrenten graves daños a su honra.

¿Podríamos ponernos en los zapatos de algún menor víctima inocente de los delitos de otro?, el daño emocional y mental que sufre cuando sus datos son expuestos al escrutinio público es tremendo.

En la era del internet, en donde las notas vuelan y se hacen del dominio global el daño es todavía mayor, ya que resulta imposible tratar de frenar algo cuando circula en la web, con lo cual, al igual que un virus que se incuba con el tiempo, dicha información puede regresar con más fuerza que nunca para incluso acabar con la vida de la persona, pues no pocas se han suicidado al no poder hacer frente a la presión de la exposición mediática de sus problemas.

Si sabemos el potencial daño que se puede hacer con ello, ¿qué es lo que podríamos hacer para evitarlo? Lo primero sería no consumir noticias escandalosas en donde estén involucrados menores de edad.

Aunque todos tenemos derecho a la información, la misma se puede manejar de una forma ética y responsable que no lacere la intimidad y la dignidad de ninguna persona.

Quienes tienen a su vez gran responsabilidad en este rubro son los comunicadores con presencia en todos los medios y quizá tanto más los que colocan sus notas en forma electrónica. Todos deben cumplir con la obligación de informar, pero a su vez cumplir con el Código Internacional de la Ética del Periodismo, ya que del ejercicio de su profesión se sigue ayudar a quienes han sufrido alguna agresión y/o son víctimas colaterales de la misma o bien contribuyen a profundizar en la herida haciendo público su sufrimiento.

Mayor es la responsabilidad que enfrentamos el público en general al consumir y compartir las notas que potencialmente nos pueden convertir en victimarios de pequeños inocentes.

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