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Ya estamos en vacaciones y es posible que algunas familias ni siquiera lo sientan. La dinámica de la pandemia ha obligado a que las diferentes labores como el trabajo, la escuela, y cuidar del hogar se realicen en el mismo espacio, con lo que disfrutar de un merecido descanso no se note mucho si al desviar la vista te encuentras con la “escuela” o tu “oficina”. La cuestión es que sí es posible si se hace un esfuerzo para conseguirlo.

Antes del Covid-19, la forma de disfrutar las vacaciones era muy diferente porque no habían restricciones de movilidad, de espacio, de horarios, etc. Ahora se espera que en el mejor de los casos salgamos poco de nuestra casa y evitemos las aglomeraciones que pudieran resultar en contagios.

El tema del semáforo se reduce no tanto al color que te dice qué puedes hacer, sino casi casi ¿a dónde quieres que te pesque el Covid? Con el rojo se evita que te llegue, con el naranja se pone un poco más difícil, con el amarillo te vuelves vulnerable y con el verde es como una invitación a “ven a buscarlo”.

Si este es el panomara y queremos disfrutar las vacaciones: ¿Qué hacer? ¿Cómo disfrutar ese tiempo? ¿Cómo conseguir ese anhelado descanso en familia y con los amigos?

Es posible que las vacaciones sólo las tengan los hijos, y para papá y mamá las cosas sigan igual, es decir, acudir a su trabajo o conectarse virtualmente, sin embargo, el hecho de no tener que llevarlos a la escuela o ver que cumplan con sus tareas, en cierto modo nos trae unas horas extras al día que podríamos traducirlas en vacaciones para los papás también.

A estas alturas ya nos conoceremos mejor debido a que la pandemia nos ha obligado a convivir más horas de las que antes nos permitíamos, con lo cual ya podemos saber más unos de otros y qué es lo que nos divierte, nos relaja, nos molesta, etc. Ahora hay que saber qué actividades culturales o deportivas podríamos realizar fuera de casa, es posible también que optemos por pasar tiempo juntos lo más alejados posible de las pantallas que nos han atrapado voluntaria o involuntariamente, así que ¡manos a la obra! y busquemos la diversión.

La diversión no es el último fin del ser humano,  pero es necesario para el equilibrio mental y emocional del mismo, más cuando hemos sabido cómo se han incrementado los casos de depresión en la población, que incluso ha cobrado vícitmas en niños y jóvenes producto del aislamiento a lo largo de estos meses que nos ha privado de los abrazos de las personas que queremos.

La clave está en saber organizarnos: emplear un horario facilitaría mucho las cosas y de esta forma podríamos dedicar un día a labores del hogar que nos agobian; otro día dedicarlo a visitar a alguien con la familia; otro, para hacer “cine en casa”; uno más para invitar a algún amigo; un día sólo para nosotros, ya sea para leer, dedicarlo a un pasatiempo o consentirnos con algo que queremos hacer hace mucho tiempo; si es posible, planear alguna excursión en la medida de nuestras posibilidades.

El tiempo libre es una ocasión para educarnos mejor en el uso de la libertad, ser libres nos hace dueños de nosotros mismos para ver la mejor opción, al final bien puede resultar un ejercicio de virtudes: prudencia, justicia, fortaleza, generosidad, laboriosidad, sinceridad, por mencionar algunas.

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